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19.10.2020 Críticas  
En este barco pasa de todo

Una gaviota con pinta de llamarse Margaret, de Carlos Sánchez Lequerica, aún podrá verse los viernes de octubre en los Teatros Luchana de Madrid. Esta obra de teatro más bien minimalista depende casi exclusivamente de las habilidades de los actores, junto con algún que otro efecto de sonido, para contar la historia de un naufragio muy particular.

Poco decorado: papel de burbujas, un mástil y una maceta con una bandera de España; dos amigos deciden zarpar en un barco espacio para tomarse unas pequeñas vacaciones. Uno aparentemente mudo y el otro muy fan de Julio Iglesias. A través de su conversación, se desvelan los entresijos de su relación a lo largo de los años, de su profesión e ideología. La situación cambia cuando se encuentran con una gaviota insoportable, a la deriva, perdidos y sin nada para comer o beber, y con una refugiada a bordo.

Se trata de una obra más cómica que trágica. Si bien la primera parte resulta un tanto pesada por momentos, las personajes interpretados por Martyn y Rojas resultan totalmente creíbles, manteniendo la obra a flote, nunca mejor dicho. Dicho esto, he de reconocer momentos desternillantes, como los previos a que el barco vuelque, que dejan al descubierto facetas sorprendentes de los personajes, tal vez ridículas, y, aún así, divertidísimas.

Está claro que Sánchez Lequerica se ha criado con el gag y se ha inspirado en la realidad. Hay planteamientos interesantes sobre la ética, la bondad o los dogmas y la adquisición de estos durante la infancia, pero, quizá, el autor debería haber jugado menos a la simpleza y algo más a la duda, a la ambigüedad o a la pregunta, ya que la obra resulta, en ocasiones, una mera caricatura de un determinado grupo de individuos. Quizá era esto lo que se buscaba. El momento redención final es creíble gracias al trabajo de los actores, pero, a nivel narrativo, resulta un tanto topicazo.

Buenos actores (Irene Guindal, Rafa Martyn y Rafa Rojas), buenos diálogos y buenas interpretaciones. Muy acertada la dirección de Jaime Pastor y el propio Sánchez Lequerica; también la elección de Guindal y la creación del personaje de la refugiada, que dará más de una lección y sorpresa a los dos amigos españoles. Las escenas más teatrales se desarrollan con los tres personajes en escena. La imaginación, a veces, es la única solución. Y no les digo más. Presten atención a las escenas intermitentes y a la cámara lenta.

Una gaviota con pinta de llamarse Margaret es una obra que trata temas delicados a través del humor; los chistes fáciles de la primera parte, muy eficientes, por cierto, contrastan con la problemática final y el canto final a la vida, es más, a la vida que uno desea y quiere vivir. En definitiva, un trabajo equilibrado, apto para pasar un buen rato.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

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