Se inicia la temporada del Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa de Madrid con Ternura negra. Un texto de Denise Despeyroux, protagonizado y dirigido por ella misma con un resultado que deja más interrogantes que certezas. Un raro ejercicio de comedia histórica sobre la figura de María Estuardo.
Una buhardilla con goteras, una actriz repasando un texto sobre los últimos días de María Estuardo en el castillo de Tutbury. La actriz duda sobre el texto, necesita la guía del autor y director de la representación que se está fraguando. El autor, un apasionado de la vida de María Estuardo está en Escocia, en una especie de caza fantasmal, para encontrarse con el espíritu de la Estuardo. Desde allí se conectará via Skype para darle las claves de la interpretación a la actriz. También desde allí dirigirá el casting para elegir al actor que interpretará a Isabel de Inglaterra, quien resultará ser un niño índigo.
En resumidas cuentas esta es la historia de Ternura negra. Una comedia histórica de terror romántico. A partir de este nombre cuajado de adjetivos se teje una demasiado surrealista historia que se pierde en un intento de comedia con fenómenos paranormales. Denise Despeyroux se dirige a sí misma en un personaje del que no llegamos a descubrir si es pura excentricidad o relativa desgana. Siempre lo he afirmado, hacer comedia es harto difícil, y muchos de los intentos se saldan, por lo menos en mi caso, con cierto pasmo y algún que otro sobresalto. Si a eso le unimos una trama tan rocambolesca como la que se nos presenta, entonces la desconexión es paranormal.
Fernando Cayo aparece vía Skype, locura máxima. Joan Carles Suau es el joven actor elegido para la gran escena del encuentro entre las dos reinas. Será Isabel de Inglaterra. Niño índigo en mallas rojas, con muchos estiramientos incomprensibles e incluso una batalla de espadas.
Al final uno no sabe si ha visto un relato sobre María Estuardo o un fragmento de un telefilme de serie B sobre ouijas, castillos escoceses y reinas que se ponen y quitan muchas capas todo el rato.
Crítica realizada por Moisés C. Alabau
