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09.10.2020 Críticas  
No asumas como normal lo habitual

La Extraña Compañía vuelve al Teatro del Barrio con su personal lectura de La excepción y la regla de Bertolt Brecht. Un montaje de Catalina Lladó en el que, con acierto, el trabajo interpretativo y escénico tiene como fin dar forma y transmitir eficazmente su mensaje político.

Las circunstancias han hecho que este verano no hayamos pasado unas cuantas horas de avión hasta aterrizar en lugares exóticos en los que realizar safaris o rutas de trekking. Largas jornadas con vistas espectaculares de las que disfrutaríamos mientras ciudadanos locales, cuyos nombres probablemente ya ni recordaríamos, se encargarían de portear nuestro pesado equipaje por remuneraciones irrisorias. Esta fue la imagen que me vino a los pocos minutos de comenzar la función. Quizás hoy las concesiones petrolíferas o mineras no se consigan tras largos itinerarios a pie por territorios apenas cartografiados para conseguir llegar a tiempo a cerrar una negociación, pero sí que hay formas de actuar de hace 90 años (Brecht escribió esta obra en 1930) que siguen vigentes en la actualidad.

Ese es el espejo ante el que nos sitúa Lladó. Hemos evolucionado, nos hemos globalizado, el mundo tiene menos lagunas que décadas atrás, conocemos más sobre su diversidad racial y cultural, pero aún así, hay algo del privilegio occidental, colonizador e imperialista al que no estamos dispuestos a renunciar, aunque ahora pongamos el filtro del capitalismo, la ley de la oferta y la demanda como argumento exculpatorio. Y lo hace con un planteamiento sencillo y diáfano, con una propuesta pedagógica. No nos discursea. Expone la situación con un tono de humor y color (fundamental el vestuario de Ernesto Artillo) y una sencillez escénica (escenografía de Aylin Vera e iluminación de Pablo R. Seoane) que hace que nuestra atención se focalice en lo esencial.

La misión que lidera Belén López Valcárcel demuestra que el dinero contrata trabajadores, pero si se mezcla con pensamientos que más que racistas y clasistas son supremacistas, subyuga a las personas, les anula la condición de seres humanos convirtiéndolos en objetos de los que valerse y servirse hasta que dejen de ser útiles. Ese es el viaje en el que la acompañan Berta de la Dehesa y Sara Sanz, hilvanando sobre su intención concienciadora lo textual con lo gestual y lo corporal, así como con el absurdo, la caricatura y el drama. Un juego acentuado por las intervenciones multi personajes de Alba Flores (divertida y contundente, a partes iguales, como juez) y Santiago Blanco y subrayado por la composición musical y el espacio sonoro de Clara Brea.

Ochenta minutos de función con la que se disfruta y un eco posterior que incita a la reflexión, muy en línea con la programación y el propósito del Teatro del Barrio.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

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