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17.09.2020 Críticas  
Lorca en Nueva York

La poesía de Federico funciona tanto impresa en las páginas como sobre las tablas. Álberto San Juan rememora en el Teatro del Barrio -con extraordinaria retórica y subrayado musicalmente por la Banda Obrera- la conferencia en que el genio de Granada presentó su Poeta en Nueva York en 1930 en la madrileña Residencia de Señoritas.

Quizás Alberto resulte más canalla que García Lorca, su sonrisa sea más sinvergüenza que la del de Fuente Vaqueros y su apostura tenga un tono chulesco ajena al que seguimos buscando en aras de la memoria democrática. Pero sin dejar de ser él mismo en ningún momento, San Juan consigue algo que tiene mucho valor sobre un escenario, transmitir tal cual lo que su interpretado escribió décadas atrás. No le mitifica ni se sirve de él, sino que le respeta y le honra, dando como resultado un espectáculo entre actual y atemporal, clásico y fresco, que engancha y seduce.

Como con tantas otras funciones, lo mejor es ir sin expectativas y dejarse sorprender por esta producción a caballo entre el recital poético, el concierto y el monólogo teatral. Terrenos en los que el también director de montajes como El Rey o Ruz-Bárcenas se mueve sinuosa y elegantemente tanto sobre el escenario como con los registros de su voz. Nos transmite la energía y el poder evocador de las palabras -ya fueran parlamentos, ya fueron versos- de García Lorca. Con presencia, pero con la dosis correcta de liviandad para no imponerse sobre Federico, Alberto nos traslada hasta las avenidas que sorprendieron a nuestro lírico, a las calles en las que quedó impactado por el cosmopolitismo que las transitaba y al barrio de Harlem en el que los negros eran americanos y africanos, ciudadanos y obreros, seres anónimos y creadores corporales.

Este Lorca en Nueva York es un espectáculo concebido para sentir, tal y como presuponía Federico su escritura, para ser escuchado con la piel, seguir con el corazón y ya si acaso, al final, con la cabeza. Emocionarse como manera de pensar, de entender, de imaginar lo que tuvieron que ver sus ojos y escuchar sus oídos en la capital del mundo -con parada en el trayecto de vuelta en Santiago de Cuba- y de cómo procesó y metabolizó todas aquellas imágenes, sonidos, personas y retazos de vida dando como resultado Poeta en Nueva York.

La sencillez escénica y la dimensión familiar del Teatro del Barrio resultan más que apropiados para la cercanía y la comunión que piden el trabajo conjunto de Alberto San Juan y el jazz de la Banda Obrera. No hay mejor hilo musical para rememorar la vivencia neoyorquina de Lorca que los acordes que suman la guitarra de Claudio de Casas, el contrabajo de Pablo Navarro, la batería de Gabriel Marijuan y el saxofón de Miguel Malla. Vayan y disfruten, salgan y cuéntenlo, que #LaCulturaEsVida.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

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