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22.07.2020 Críticas  
Ascensor de verano

El patio del Teatro Galileo abre sus puertas con Llévame hasta el cielo. Un vehículo de lucimiento para Lolita Flores y una excusa para volver al teatro veraniego, desenfadado y ligero. Un ángel con una misión que cumplir, un texto sencillo y un rato para olvidarse de la pandemia y de la nueva normalidad.

Al parecer han sido las ganas y el empuje de Lolita las que han llevado a poner sobre las tablas el texto de Nacho Llorente. Un texto no muy extenso, que va de la comedia al realismo mágico. Donde un ángel en forma y cuerpo de Lolita tiene que cumplir una misión, y para ello deberá encontrarse con un tal Marcelo en un ascensor. Desvelar más de la trama sería hacerles demasiado spoiler.

Angela, que es como se llama el ángel interpretado por Lolita, es tan Lolita que evidentemente el papel parece escrito para ella. Tiene su desparpajo, verborrea, humor. Un personaje enamorado de los clásicos del cine, de Clark Gable, de Cary Grant. Hace Lolita gala de sus tablas y se desenvuelve cómoda y emocionada en este regreso tan especial a las tablas de un escenario.

Luis Mottola, al que ya estamos acostumbrados a ver en compañía de Lolita desarrolla ese personaje entre anodino y desencantado. Un perdedor con unas intenciones no muy sanas, y que, el encuentro angelical le servirá para replantearse su vida. El momento del intercambio de roles hace que Luis tenga que desarrollar un personaje femenino que roza demasiado el cliché y la caricatura. Un poco más de sutilidad se agradecería.

Juan Carlos Rubio dirige esta comedia con matices dramáticos. Evidentemente no estamos ante un texto sesudo de reflexión intensa. Estamos ante un entretenimiento puramente veraniego, que gracias a representarse al aire libre y tomándose algo bien fresquito, hace que la hora que dura el show se pase con rapidez y con alguna que otra sonrisa.

Si algo hay que encomiar de esta propuesta es el arrojo de poner en marcha un proyecto como ese en los difíciles tiempos que corren para las artes escénicas. Ahí sí que hay que reconocer el arrojo, tanto de Lolita como de los nuevos responsables del Teatro Galileo. Volver al teatro, aunque sea con el cielo de Madrid como telón es gratificante y nos hace recordar cuanto necesitamos ese arte. Que nos cuenten historias, más o menos divertidas o emocionantes, pero con ese toque mágico que tiene el teatro y que tiene Llévame hasta el cielo.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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