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01.07.2020 Críticas  
Rocío Molina y sus entrañas en la Sala Roja del Canal

Caída del cielo es el espectáculo de Rocío Molina que ha cerrado el Festival Madrid en Danza de este año y que ha podido verse tanto en directo, en la Sala Roja de los Teatros del Canal de Madrid, tanto en directo como en streaming dentro de la ya ‘nueva normalidad’.

La artista, quien en la actualidad es artista asociada a Chaillot – Théâtre National de la Danse de París, ha dado a conocer sus piezas en diferentes partes de todo el mundo y ha recibido distintos premios por sus coreografías y espectáculos. 

En Caída del cielo nos trae un flamenco clásico con el que roza sin reparos, y muy bien traída, la danza más vanguardista. Una historia de la mujer y para la mujer más moderna, pero que conserva retazos de la feminidad clásica, de los orígenes, o al menos así se siente su música y sus coreografías. Un espectáculo iconoclasta sin complejos, que emana del interior (de ella) hacia el interior (del espectador).

Una mujer que aparece, como caída del cielo y a la que, prácticamente todo el tiempo, acompañará la Luna. Y una danza, que parece como parida por ella, que emerge de su ser para ser entregada a la tierra. Cambios de vestuario en escena, maillots y toreras, cinturones de castidad y albornoces y sus batas de cola con la que no solo presenta su flamenco sino que también deja su huella. 

Todas las coreografías tienen atractivo. Todas tienen garra, dejan impronta. Ese vestuario de Cecilia Molano tiene mucho que ver con ello. El trabajo de Carlos Marquerie como codirector y encargado de la dramaturgia, espacio escénico e iluminación, también. Pero si tengo que elegir una, lo tengo claro. Arranca con el cambio de vestuario, dentro de una caja de madera, de donde sale la artista con una bata de cola de algún material plástico, empapado de pintura. A la par que empieza su danza sobre el blanco suelo, una cámara captura su imagen desde un plano totalmente cenital que se proyecta sobre una pantalla que hace de telón de fondo. Mientras baila, se crea un lienzo con Rocío y su cuerpo como protagonistas, y la estela de pintura que va dejando en el suelo que, a mí, se me imprimió como un momento completamente lorquiano. El número termina cuando, lentamente, le lavan los pies en una palangana blanca a la luz de una luna roja. Inolvidable.

Junto a Rocío Molina, cuatro músicos y cantaores que le acompañan dándole voz, compás y música. Eduardo Trassierra a las guitarras, Kiko Peña cantaor y bajo eléctrico, José Manuel Ramos “Oruco” al compás y las percusiones y Pablo Martín Jones en la batería, con las percusiones y en la parte electrónica. Un cuadro que tan pronto te evoca al estilo de Morente como que de repente te transporta al rock sinfónico más psicodélico. 90 minutos de intensidad, pero con períodos de moderación para degustar cada momento como toca.

Rocío Molina con Caído del cielo concede un cierre al Madrid en Danza que reconoce el valor del flamenco español contemporáneo, más allá del de Sara Baras, y que nos ha traído al recuerdo nombres como el de Belén Maya, que con personalidad, coraje, innovación y mucha fuerza consiguen llegar a todos los públicos, tanto al ya interesado en el arte flamenco, como al que desea acercarse a él.

Crítica realizada por Diana Limones

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