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11.03.2020 Críticas  
Adiós a dignitas, o la pérdida de valores morales y éticos

El pasado sábado 7 de marzo, el Paraninfo de la Universidad de San Cristóbal de la Laguna de Tenerife acogió una nueva representación de la obra Dignidad. Este guión escrito por Ignasi Vidal y dirigido por Juan José Afonso, es un recorrido por los entresijos de la política y de las relaciones humanas.

En un despacho de la sede de un partido político se encuentran dos hombres y viejos amigos que, aparentemente, comparten sueños y aspiraciones. Sin embargo hay secretos que amenazan la solidez de su amistad, todo provocado por el efecto negativo que el poder ejerce sobre las personas. Esta es la propuesta de la obra Dignidad, interpretada por los actores Óscar Bacallado y Vicente Ayala.

Usando como telón de fondo un tema tan candente como el mundo de la política, Ignasi Vidal ha tejido la trama de Dignidad. Con un claro y evidente trasfondo, busca ahondar en las razones que hay detrás de nuestras motivaciones y qué precio estaríamos dispuestos a pagar a cambio de conseguir todo aquello que ambicionamos. Es una exposición, no solo del mundo de la política, sino también de cómo nuestras ambiciones y miedos pueden influir en las decisiones que tomamos; sean estas acertadas o se traten de un fatídico error.

Sin lugar a dudas Afonso y Vidal han formado un tándem excelente, ya que ambos comparten amor y pasión por el teatro. Vidal ha cuidado los detalles en un profundo e inteligente guión. A pesar de que el tema central es la política, el espectador no se pierde en los detalles ni en la verborrea propia del territorio que pisa. Pasados unos pocos minutos del inicio, pudimos adentrarnos en la trama y ser partícipes de los diálogos cargados de simbolismos e intenciones ocultas de los personajes. Afonso expuso el mensaje de esta historia con toda claridad y coherencia. No solo lo vimos en la ejecución de los diálogos, también en el lenguaje corporal; tan imprescindible para este tipo de temáticas. Tuvo especial cuidado en los pequeños detalles que hicieron que la historia, densa de por sí, fuera fresca y amena.

Óscar Bacallado, en el papel del candidato con más intenciones que hechos y Vicente Ayala como su mano derecha, cargan con todo el peso de la trama; pues son los únicos sobre el escenario. Ambos crean esa atmósfera de tensión y sospecha contínua que busca la historia. Aunque por momentos parecía que perdían en ritmo, la interiorización de los personajes les hizo recuperarlo casi de inmediato, sumergiendo a los presentes en esta historia de traiciones y ambiciones desmedidas.

La escena final, como si de una tragedia griega se tratara, nos lleva a un desenlace dramático, dejando al espectador con la pregunta de si, de encontrarse en una situación similar, ¿por qué opción se decantaría?. ¿Salir de ella guardando la dignidad, o terminar de arrastrarse por el fango de la perdición? Nuestro personaje lo tuvo claro y al abandonar el escenario, nos lo hizo saber con su paso firme y decidido.

Crítica realizada por Celia García

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