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04.03.2020 Críticas  
Activismo, realidad y sensualidad

El Club Capitol, en su sala 2, acoge desde el 20 de febrero la obra creada por la dramaturga Eve Ensler, con adaptación y dirección de Edu Pericas. Los monólogos de la vagina, una obra en homenaje a la sexualidad femenina es sensual, informativa, reividicativa y graciosa. Algo que permite disfrutarla de cabo a rabo.

Para esta época invernal, la obra se convierte en una forma de ponerle picante y realidad a nuestras tardes y comienza a elevar la temperatura del ambiente y de la ciudad barcelonesa. Es una explosión de sensaciones, risas y cruda realidad de la dureza de la palabra “vagina», que forma parte de la sexualidad femenina y que, aún en la actualidad, se mantiene como tabú.

Esta obra que se ha mantenido en los escenarios a nivel mundial desde hace 24 años, vuelve a deleitarnos en la ciudad con su sensualidad. Gracias a la creación escenográfica de Xavier Erra, las tablas se cubren de un sexy color rojo que esconde varios objetos que, a lo largo de la obra, se van descubriendo en concordancia al dialogo, intenso en todo momento. Estas acciones se ven acompañadas del diseño de iluminación de Ignasi Morros que crea un ambiente idóneo e inmejorable.

El reparto de actrices no puede ser mejor para ponerla en escena. Alicia Gonzalez, nos sorprende con la tan poderosa palabra “vagina” al comenzar la obra, su experiencia al pronunciarla y el impacto en las personas. Su simpatía nos invita a subir a bordo de este buque en el que disfrutamos de sus momentos más cándidos e improvisaciones, las cuales ella misma comenta. Sin embargo, su naturalidad permite navegar en estos momentos sin escatimar esfuerzos. Adicionalmente, nos lleva por experiencias personales con momentos más íntimos.

Posteriormente, entra en escena Meritxell Huertas, que es la mera “conciencia y expresión libre de la propia vagina”. Desde el minuto uno, con sus ocurrencias, nos hace reír a carcajadas con los innumerables nombres alternativos que le ponemos hasta que ella misma se hace presentar con su nombre artístico (situación gratamente sorprendente) y que nos lleva a pensar en la atención que le ponemos, sus propios deseos, anhelos y desencantos. Nos invita a explorar la posibilidad del uso de juguetes sexuales para disfrutar más y para sentirse agradablemente relajada y querida.

Finalmente, para completar el reparto, se incorpora a la dinámica, Aina Quiñones, una joven mujer que comenta sus primeras inocentes y tímidas experiencias del auto-descubrimiento, su primera relación sexual con el impacto posterior y la exploración y producción del orgasmo de forma consciente. Podemos observar su evolución personal en la sexualidad teniendo un encuentro con la mujer que será en el futuro para descubrir toda la transformación producida al aceptarse y conocer su vagina.

La misma obra lleva al espectador a un viaje a través de la historia con datos relevantes que en mucha ocasiones podemos dar por sentado o creemos que son conocidos pero los minimizamos. Por otro lado, permite pensar en el poderoso significado de la misma palabra “vagina» y el impacto en la sociedad. Adicionalmente, tocan temas que normalmente pasamos por alto como el vello púbico o la estimulación del clítoris.

Algo que me ha parecido interesante ha sido la reacción de algunos espectadores hacia la palabra y las risas nerviosas producidas al escucharla. Es impresionante que en la misma época del #MeToo y de una mayor acción feminista en búsqueda de la igualdad todavía tengamos tabúes con reacciones inesperadas del público al comentar sus opiniones. Además, nos introducen en momentos violentos en los que una de cada tres mujeres tendrán una experiencia de violación, acción que se intenta continuamente disminuir pero que ha sido muy difícil debido a la construcción de nuestra propia sociedad y pensamiento colectivo. Es muy estimulante que se tome este momento para dar relevancia a todas esas mujeres que han sido víctimas de la violencia machista para demostrar que el órgano directamente afectado es la vagina y se utiliza como vía principal de agresión.

Una obra deliciosa, graciosa y con toques humorísticos necesarios para disminuir la tensión inicial. Debo comentar que he tenido el agrado de asistir a la versión latinoamericana de la misma y el gusto de disfrutar y comparar ambas. La adaptación de esta pieza en su forma de presentación actual ha sido una grata sorpresa pues la ha hecho más activa y dividiéndola en distintos “personajes” desde el inicio se sigue manteniendo su esencia de monologo y se elimina la monotonía. ¡Simplemente espectacular!

Por esto y muchísimas cosas más los reto a que se atrevan a asistir a esta picante pero muy reivindicativa obra para celebrar a las mujeres y su sexualidad. Chicas, ¡disfruten de su vagina al máximo! ¡Conózcanse y quiéranse!

Crítica realizada por Andrea Forero

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