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28.02.2020 Críticas  
La transición se olvidó de las mujeres

Españolas, Franco ha muerto ha comenzado sus representaciones con el sueño de todo productor/a (La Zona Teatro y Teatro Español, en este caso), director/a y elenco interpretativo, con el cartel de “Agotadas las localidades para todas las funciones”.

Su título promete sátira política, su cartel sugiere chanza cómica y sus nombres son garantía de saber hacer. Expectativas que se ven satisfechas con la satisfacción con que sales ochenta minutos después de su inicio de la sala Margarita Xirgú del Teatro Español de Madrid.

Tiempo en el que repasas y conoces de la mano de Jessica Belda, Manuela Rodríguez y Natalie Pinot (que se alterna en su papel con Roser Pujol) cómo las mujeres quedaron fuera de esa etapa histórica, supuestamente ya pasada, denominada transición democrática. Sin representación femenina en los gobiernos que la llevaron a cabo. Apenas testimonial en las cámaras parlamentarias que debatían asuntos sobre ellas, pero sin contar con su voz ni con su voto. Anuladas para la participación pública por un sistema educativo que las consideraba ciudadanas de segunda y una sociedad, prolongación del nacionalcatolicismo, en la que solo podían ser esposas, madres e hijas abnegadas.

Una historia que a grandes rasgos todos conocemos, por lo que es fácil entrar en la propuesta y mensaje de denuncia de Españolas, Franco ha muerto. Su reto, por tanto, es conseguir que su dramaturgia (labor de Ruth Sánchez y Jessica Belda) y dirección (Verónica Forqué) estén a la altura de su discurso.

Un desafío que resuelve de manera notable, recurriendo por el lado de la sonrisa al humor y a la parodia (¡esa doña Carmen Polo siendo llamada en el aeropuerto a la puerta de embarque 20N!). Por el de la seriedad, a los datos y las transcripciones de los diarios de sesiones del Congreso de los Diputados cuando se trataron temas como la despenalización del aborto y el adulterio y la legalización de los anticonceptivos. Y por el de lo emocional, por las ficciones que guardan tras de sí a tantas féminas que como las representadas fueron presas por defender lo justo, internadas por huir de lo violento o recluidas en sus casas por relaciones de sometimiento y maltrato.

La consecución es resultado de una sucesión de recursos que van desde la dramatización a modo de teatro documento de intervenciones públicas (qué bien suena el catalán en la voz de Jessica Belda), a la satirización de iconos y símbolos que sintetizan aquellos años (los famosos “hasta aquí puedo leer” de Mayra leídos por Natalie Pinot y los escaparates como regalo del Un, Dos, Tres) y al costumbrismo popular de los personajes anónimos encarnados, especialmente, por Manuela Rodríguez.

Un recorrido que tiene claro lo que quiere contar, y que lo hace de manera ágil y dinámica, sobre todo cuando es esta última quien lleva la voz cantante. Y aunque se difumine en aquellos momentos en que la dirección y la puesta en escena priman el impacto visual sobre el relato narrativo, Españolas, Franco ha muerto llega a buen puerto. No solo entretiene sino que te hace reflexionar tanto sobre lo no conseguido en el pasado como lo que nos queda por hacer en el presente y en el futuro para que todos gocemos, verdaderamente, de los mismos deberes y derechos.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

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