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19.02.2020 Críticas  
Los Gallart en el banquillo de los acusados

Ocupa en la Sala Gran del TNC una producción de gran formato que llega a la audiencia en muchos sentidos. Se trata de un texto escrito por Guillem Clua y dirigido por Josep Maria Mestres que lleva un acertado nombre: Justícia. Una obra coral con Josep Maria Pou como epicentro que se sitúa, indudablemente, como uno de los montajes más atractivos para ver estos días.

Clua ha querido retratar parte de nuestra historia de los últimos 80 años a través de una familia de la burguesía catalana, donde disecciona matices políticos, sociales, familiares y emocionales, a través de cada uno de los miembros que acuden a la cena de jubilación del Juez Samuel Gallart (Josep Maria Pou). Pero lo hace con una dramaturgia que le ha quedado redonda, asignando ritmo a los sucesos y con notas de comedia constantes que hacen fácil digerir el afilado contenido. Además, Clua ha jugado a mostrar varias escenas en el mismo plano con diálogos que son paralelos pero que se complementan, lo que impone una dificultad en la escritura y la interpretación pero que eleva aún más el resultado.

Los Gallart son una familia que goza de una excelente reputación y que vive sujeta al plano de una clase alta de Barcelona, pero que está repleta de secretos que irán saliendo a la palestra y que serán desnudados frente al público dejando al descubierto simples seres humanos, enfrentados por sus cualidades y defectos más primarios una vez desvestidos del status de su posición.

Entre todos ellos, la figura principal es la del Juez Gallart. Ese día en el que celebra el retiro de su profesión se convierte en un viaje personal, empezando por el regreso a su infancia, que ofrece al público la mirilla al origen de una vida y la influencia que los sucesos imprimen en el ser humano. Ese periplo le descubrirá a Samuel Gallart (y por ende al espectador) cosas que ignoraba de su entorno, e incluso de sí mismo, y que serán los hechos que le servirán para enfrentarse a un último juicio, el suyo propio.

Hasta llegar ahí, y alrededor de él, van y vienen un gran número de personajes que son y fueron parte de su vida. Sus progenitores, sus amigos de la adolescencia, sus descendientes… interpretados por el resto del elenco que se suma a Pou y que, a modo de carrousel, gira en torno a Gallart. Todos y cada uno de ellos también se enfrentan a su relato individual, que unido al del juez, convierte Justícia en la historia de los Gallart y en un canto a la libertad, a la comprensión, a la misericordia.

Mestres ha realizado un enorme trabajo de dirección trasladando el original texto de Clua a las tablas. Ha sabido extraer las partes más dramáticas y más cómicas de todo el elenco para que puedan pasar de un lado al otro con máxima naturalidad y maestría. Se suma al trabajo de interpretación, la dificultad de una escenografía (que no quiero desvelar), a la que no le falta detalle, de la que se ha encargado Paco Azorín y que atrae por su ingeniosidad. Así mismo, el esmerado vestuario que ha seleccionado Gabriela Salaverri consigue, entre otras cosas, transportarnos rápidamente por las diferentes épocas. Todo ello se complementa con la iluminación de Ignasi Camprodón y el sonido de Jordi Bonet que acaban consiguiendo, con gran acierto, un escenario rico e interesante de contemplar.

El trabajo actoral es impecable. Pou está enorme, como siempre. La sobriedad que impone como juez adulto y la caricatura que hace al desdoblarse en el niño Gallart vuelve a dar una brillante lección de interpretación. Pero es que todos los actores que le envuelven demuestran una calidad enorme en la difícil labor de interpretar varios personajes en diferentes ocasiones y aún más siendo que todos ellos están en escena prácticamente siempre.

Entre ellos, destacamos a Anna Sahún como la hija mayor de los Gallart y la madre de Samuel en dos interpretaciones completamente antagónicas pero clavadas en ambos casos. Roger Coma está brillantísimo tanto en su lado de hijo chistoso de los Gallart como en los momentos en los que que, como Samuel adulto, actúa con gran sobriedad. Alejandro Bordanove fue (para mí) uno de los destacados en El gran mercado del mundo y ahora, tanto en el papel de Samuel de joven como del nieto Gallart vuelve a demostrar una fuerza sobre el escenario que apabulla a pesar de su juventud. Manel Barceló, en la línea de Pou, inunda de veteranía sus intervenciones. Katrin Vankova, Vicky Peña, Pere Ponce, Anna Ycobalzeta y Marc Bosch son el resto del elenco que completan este gran reparto y que realmente demuestran dotes artísticas más que suficientes para haber sido elegidos en este montaje, aunque en el caso de Bosch, consigo empatizar mucho cuando hace de cuidador y no tanto en su papel de Ignasi, donde hay una parte de sobreactuación que me aleja del personaje.

En conjunto, Justícia es una obra digna de la Sala Gran del TNC. Y el final, además de que nos enfrenta a la realidad del olvido, tenemos el regalazo de poder escuchar un tremendo solo de Pou donde nos sacude emocionalmente como colofón. La obra arranca planteando cual sería el instante preciso de una vida para empezar a contarla. Y hacia el final, parece que un abrazo es siempre una buena opción. El que le da Júlia a su abuelo. Buscaré el abrazo que pueda dar comienzo a mi historia.

Crítica realizada por Diana Limones

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