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19.02.2020 Críticas  
El Grand Finale del 36 FIMC

El 36 Festival Internacional de música de Canarias llegó a su fin el pasado 9 de Febrero con la memorable actuación de la Orchestre de Paris en el Auditorio de Tenerife; dirigida por Christoph Eschenbach y con el joven solista sueco Daniel Lozakovich. Un cierre apoteósico para una temporada que contó con grandes intérpretes.

La Orchestre de Paris cuenta con una trayectoria que la sitúa entre las mejores a nivel mundial, además de ser la composición más importante en su país. Quedó demostrado el gran nivel con el que cuentan gracias a este concierto, con el que resaltaron el control sonoro y la claridad expresiva. En cuanto a la dirección de Eschenbach podemos decir que sus 80 años no le han privado de ser uno de los grandes referentes mundiales. Con un estilo de dirección marcado por gestos claros y firmes, a la par que enérgicos. Por otro lado el solista Lozakovich nos deleito con una interpretación virtuosa dejando claro que está entres las jóvenes promesas del violín a nivel mundial.

Manifiesto de todo esto fue el Concierto para violín en mi menor de Op. 64 de Felix Mendelssohn. Es esta en sí una de las obras más reconocidas del compositor y se trata también de una de mis favoritas, especialmente la versión interpretada por Hilary Hahn, ya que es una obra cargada de carácter, presión y vigor expresivo; herramientas básicas para una incursión musical de este tipo. Pero he de decir que la versión de Lozakovich me maravillado. Sin lugar a dudas la belleza de la música en directo no tiene nada que ver con la de las grabaciones. En el momento en el que entraron los intérpretes al escenario, los aplausos generaron un ambiente de expectación, que culminó con el primer gesto del director. Es en ese momento en el que la música, cual fuerza mágica, recorrió mi cuerpo y embriagó mis sentidos, llevándome a un trance del que solo los aplausos y ovaciones me pudieron sacar.

Si bien al violín de Lozakovich le faltó volumen, lo compensó con belleza y destreza, además de una flexibilidad interpretativa sin igual. Contó con una técnica muy depurada que quedó plasmada en el Allegro molto appassionato con una lectura agraciada, pulcra y emocional, continuada con una cadenza que dejó claro el impresionante talento del joven solista. Por su parte, la orquesta, comandada por Eschenbach, se mantuvo de acuerdo con el carácter del violinista en todo momento, tanto en los pasajes de acompañamiento como en los tuttis. Fue, en conjunto, una versión memorable. Como propina, Lozakovich nos deleitó con una versión personal y expresiva del Adagio de la sonata en sol menor BWV1001.

La interpretación de la Orchestre de la Sinfonía Fantástica Op. 14 de Hector Berlioz no defraudó. Eschenbach demostró una dirección llena de madurez, claridad y una lectura bien construida. Hay quien considera a esta partitura un milagro debido al carácter inagotable y de reconocida exigencia por el recurso al matiz, la riqueza de la orquestación y el caudal de sus proporciones. Demostró sus cualidades en esta, la Orchestre de Paris, dirigida de una manera efectiva y hermosa por Eschenbach, quien se entregó a la labor monumental de la obra. Si bien lo esplendoroso de esta obra reside en el lenguaje que emplea, no queda restringida por la pauta de su tema. El conjunto parisino pintó atmósferas realmente maravillosas. Destacamos la fuerza de los tuttis, que fue patente, pero moviéndose en un contorno nebulosa y difuminado, verdaderamente apropiado para esta partitura.

En conclusión: la Orchestre de Paris, dirigida por Eschenbach y junto al solista Daniel Lozakovich, brindaron excelentes sensaciones, deleitándonos con un final perfecto, a la par que épico, para el 36 Festival Internacional de Música de Canarias.

Crítica realizada por Darnell González

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