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24.01.2020 Críticas  
Los Ángeles de Quentin

Ricard Reguant vuelve a Barcelona. En el Aquitània Teatre ha lanzado su comedia Reservoir Cats, un homenaje al cine de Quentin Tarantino, a las mujeres y a las mujeres del cine de Tarantino que se estrenó originalmente en Bucarest en 2017. Y que es más de lo que parece…

El veterano director coescribe la obra junto a Carolina Corvillo, y la codirige junto a Xènia Reguant. En escena, seis actrices: Queralt Albinyana, Cristina Murillo, Patricia Paisal, Laura Pau, Geni Sánchez y Yolanda Sikara. Cada una oculta su identidad tras el nombre de un actor de Quentin que le otorga la voz del misterioso «Uma» (Roger Pera), una especie de Charlie cabroncete que las usa para perpetrar robos en joyerías. Hay una trama general que evoca a la de Reservoir Dogs, pequeños guiños a otras películas, situaciones, apodos y filias de Tarantino (no faltan esos pies descalzos, por supuesto), desconfianzas, traiciones… y secretos.

Vaya por delante, para que nadie se lleve una sorpresa, que como comedia Reservoir Cats hace manitas con la astracanada, entendida sin ninguna connotación peyorativa, a lo que añade alguna pincelada de farsa. En ese contexto, y sin revelar los secretos de la obra, es muy importante el epílogo final, que da sentido a todo lo que se ha visto y a las decisiones interpretativas de las seis actrices. Si a alguien le puede parecer que se atropellan, que no están del todo seguras del texto o que llegan a sus frases con más artificiosidad de la necesaria, tenga por seguro que está todo medido, y que forma parte del astracán con el que se barniza esta comedia. Y que cuando llegue al final lo entenderá completamente: mientras tanto, en el recorrido, disfrute del fondo (que tiene solo una parte que ver con Tarantino, otra más esencial son las muchas facetas de los feminismos) y haga con la forma lo que le parezca mejor.

Dicho esto, cada una de las seis actrices tiene espacio para destacar a lo largo de una pieza, coral, que les pide en ocasiones desmarcarse en territorios alejados de los que habitualmente encarnan en escena. Cabe mencionar quizás a Patricia Paisal como la más coherente a lo largo de toda la pieza, y eso considerando que está ausente de escena durante un largo rato; pero luego está Queralt Albinyana, una voz de la razón que entronca con Jackie Brown; o una Yolanda Sikara que caricaturiza a Samuel L. Jackson; o la bipolaridad de Cristina Murillo, entre la violencia y la elegancia; o la inocencia interrumpida de Laura Pau; o esa Geni Sánchez que pasa media obra muriéndose discretamente… hasta que resurge a todo glamour en el final. Aunque todas jueguen con una versión extremada de la realidad, y marquen las distancias con el realismo (no de una manera brechtiana), hay siempre un poso de verdad en todo lo que dicen o hacen. Los roces, los contrastes, las opiniones y las alianzas temporales no se sueltan del todo en serio, sino como juego y como caricaturas vergonzosas de los extremos (de ahí la astracanada), con chistes blancos y zafios, bromas con segundas y terceras, juegos de palabras y violencia exagerada de la de mentira.

Entendido y aceptado el juego que proponen Reguant, Reguant y Corvillo, quizás valga la pena revisar las acciones y recorridos en escena, un ir y venir de los personajes que más que nervioso en ocasiones parece sin rumbo, y que merecería ajustar para marcar mejor los diálogos. Igualmente, hay un pequeño amago musical al principio que apetecería mejor desarrollado (y más con el buen material de que dispone en el elenco), ya que se adivina que puede enriquecer la obra.

El vestuario y los peinados son correctos, idealmente en la línea de Pulp Fiction y Reservoir Dogs, pero la escenografía en cambio peca de demasiado sencilla, suficiente sin más para lo que se pretende (bien taquillas, desangelado el office trasero, extraña elección para el carrito de transporte y la carretilla). Sí está muy bien el juego de luces y las pequeñas proyecciones audiovisuales: fondos, onomatopeyas, incluso los créditos iniciales, fantásticos para enmarcar el teatro en el universo tarantiniano. Son todo facetas que Nine Produccions acaba por resolver de manera desigual, siendo todo lo que arropa a las seis actrices en escena.

Si se tiene en cuenta que se va a ver una astracanada con pátina Quentin, y no una simple parodia de su cine, y se tiene la mente abierta para no valorar el espectáculo hasta que haya terminado (todo, repetimos, tiene su razón de ser), Reservoir Cats es una buena elección para reirse sin complejos y disfrutar del trabajo de seis actrices que, cuando ponen la directa, son dinamita. Palabra de Uma.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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