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22.01.2020 Críticas  
Regreso a la cartelera madrileña

Regresa a la capital uno de los éxitos teatrales más conocidos de los último años, El Método Grönholm. Tamzin Townsend vuelve a dirigir esta despiadada comedia en el Teatro Cofidis Alcázar de Madrid con un nuevo reparto muy conocido.

Más de tres quinquenios después de que Jordi Galera escribiera el texto, esta obra regresa a la cartelera madrileña para demostrar que es una de las mejores piezas teatrales contemporáneas y que, desgraciadamente, sigue estando en vigor hoy en día. ¿Quién no ha recibido un trato vejatorio en alguna entrevista de trabajo? ¿Por qué son más comunes de lo que pensamos las preguntas discriminatorias? Y es que la idea de El Método Grönholm nació de una anécdota real: en una papelera, un periodista encontró de manera casual unas fichas desechadas en las que un empleado del equipo de selección de personal de una cadena de supermercados había anotado sus impresiones sobre las posibles candidatas a un puesto de cajera.
Apelativos como “moraca, no sabe ni dar la mano”, “gorda, tetuda”, “apesta”; todos ellos carentes de ética pero que siguen siendo utilizados para descartar candidatos y candidatas aunque en sus informes lo escriban con otras palabras más suaves.

Todos hemos sido examinados de una forma u otra y podemos sentirnos identificados con estos cuatro personajes que han sido seleccionados para realizar una entrevista conjunta con un representante de una prestigiosa empresa internacional. Interesantes condiciones laborales que desencadenan un verdadero combate sin ningún tipo de escrúpulos. ¿Hasta dónde estaríamos nosotros dispuestos a llegar para conseguir el trabajo de nuestros sueños?

La obra del dramaturgo Jordi Galcerán nos invita a reflexionar sobre nuestros límites.
El público suelta alguna carcajada pero la representación no está exenta de drama. Y es que cuando el teatro nos hace reír y, además, es una clara invitación a la reflexión, merece doblemente la pena.

El Método Grönholm nos permite saborear gustosamente los diálogos gracias a los brillantes trabajos interpretativos de Luis Merlo, Vicente Romero, Jorge Bosch y Marta Belenguer. Se ha conseguido reunir a un estupendo elenco, muy comprometido y dispuesto a hacernos disfrutar de principio a fin.

No es la primera vez que veo a Luis Merlo sobre las tablas y afirmo que merece mucho la pena disfrutar en directo de su trabajo, demostrando que es un gran actor y que, en determinadas escenas, sus monólogos merecen una mención aparte.

Otro de los aciertos es que apuesta por una sobria puesta en escena que nos traslada a la sala de reuniones donde tiene lugar el proceso de selección sin la necesidad de grandes despliegues que nos acaben distrayendo de lo verdaderamente importante. Anna Tusell –diseño de escenografía- demuestra que con tres sofás y algunos elementos que van introduciéndose en el escenario es más que suficiente para adentrarse en la obra. Todo muy bien acompañado por la iluminación, a cargo de Felipe Ramos, que logra dar énfasis a lo que sucede sobre las tablas.

Ya disfruté de El Método Grömholm años atrás con un inmenso Carlos Hipólito, al que releva Luis Merlo, y con Jorge Bosch, integrante del elenco desde 2004; tengo que decir lo maravilloso que es volver a saborear esta historia que sigue de actualidad después de tanto tiempo.

Para reírse, llorar y reflexionar, esta obra de teatro vuelve a ser una de mis principales propuestas de la cartelera actual.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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