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12.12.2019 Críticas  
Los clásicos Disney son para siempre

El pasado 8 de diciembre, la Banda Municipal de Barcelona dio anticipadamente el pistoletazo de salida a la Navidad en el Auditori de Barcelona con un repertorio que, técnicamente, no es navideño pero sí tremendamente familiar y entrañable: El mundo mágico de Disney.

Para esta ocasión especial, programada en la Sala Oriol Martorell del complejo musical (ideal por aforo, sonoridad y posibilidades lumínicas), dirigió la banda Beatriz Fernández, una valenciana joven pero con una larga trayectoria al frente de diversos proyectos orquestales. Una elección ideal. Su estilo vibrante, energético y empático imprimió a la Banda el ritmo y los matices emocionales más adecuados en cada momento.

El concierto se presentó en dos mitades. La primera con temas de los años 30 a 60, la edad dorada de Disney y, la segunda, con banda sonoras más recientes, de 1995 en adelante. Abrió el recital, sin embargo, una pieza que, si fuéramos estrictos, no pertenecía al programa: El mago de Oz (1939) no es una película Disney. Sin embargo, con la selección de temas y los arreglos de James Barnes, el film de la Metro ofreció un panorama mucho más variado e interesante que otras composiciones más líricas de los primeros años Disney: la emoción dramática de Over the Rainbow, la alegría desatada de los Munchkins, la pomposidad del trombón encarnando al león, las mil posibilidades de la ciudad esmeralda… El repaso a la partitura de Harold Arlen en apenas 7 minutos fue completo y narrativamente fructífero, y la ejecución de toda la banda fue magistral.

Le siguió Mary Poppins (1964), de los hermanos Sherman, con una paleta variada y colorida, canciones para el recuerdo y todo un desafío para el cuerpo de percusión, que pasaron con nota. Cabe destacar en particular la selección y arreglos de Irwin Kostal editados por Alfred Reed que parte de la overtura del film y su presentación de temas, para luego desviarse y organizarlos a su propio y muy acertado gusto. No faltaron guiños a toda la banda sonora más allá de las imborrables canciones, como la sugerencia primera de la caza del zorro que no se desarrollará hasta mucho después; casi al final de la suite. Selección e interpretación, por lo tanto, encomiables.

Cerró la primera parte quizás el mejor tema de todo el recital (y eso que los dos primeros habían sido espléndidos): El libro de la selva (1967) de los Sherman y Terry Gilkynson, con selección y arreglos de Marcel Peeters. Es una suite que, en una forma u otra, lleva más de 25 años acompañando a la banda. Y creo que nunca había sonado tan bien como en este concierto. Las muy potentes canciones del film ocuparon solo el 50% del tiempo con algunas variaciones rítmicas muy interesantes que, por ejemplo, dejaron ver que además de el tema del rey Louie, hay influencias del jazz de Nueva Orleans en el tema de los elefantes; o que dejaron aflorar mejor el tango que se esconde en el tema de los buitres. La directora y los músicos supieron sacar todo su potencial a cada instrumento, componiendo una selva, un ecosistema rico y lleno de matices. Pero es que además el otro 50% del tiempo se aprovecharon los temas instrumentales de la banda sonora, muy diferentes: los anillos de Kaa, el salvajismo de Shere Khan o el incendio de la pradera tomaron una preponderancia poco frecuente, muy atractiva. 52 años después, El libro de la selva sonó mejor que nunca. Si hasta ahora la ejecución de referencia de esta pieza por la Banda fue la que dirigió el Maestro Mut, me atrevo a decir que Fernández ha conseguido señalar una nueva marca a batir.

La segunda mitad del concierto mantuvo los mismos estándares de calidad de la Banda Municipal, aunque bajó un poco la calidad de la seleccion de temas dentro de las suites; sobre todo en las de El jorobado de Notre-Dame (1996), donde faltaban referencias claras a dos temas tan primordiales como «Fuera» y «Fuego infernal». Y, particularmente, en Frozen (2013), cuya selección de Stephen Bulla se limita a «Suéltalo», «Hazme un muñeco de nieve» y «Por primera vez en años» (ni «La puerta hacia el amor», ni «En Verano»), de Kristen Anderson-Lopez y Robert López, con apenas unos segundos iniciales sobre el drama con el que arranca la historia para representar toda la banda sonora de Jean-Cristophe Beck. De poco sirve que el programa destaque las raíces tradicionales noruegas de su propuesta musical, si la selección que se ofrece no las muestra y solo se centra en las tres canciones más comerciales.

Por contra, el acercamiento a Pocahontas (1995) no solo fue completo sino muy valiente marcada por la reorganización de los temas a cargo de John Moss que imprimió una carga emocional diferente que la estrictamente cronológica de la película. En la orquestación se marcó más claramente el «sendero de guerra» emprendido por ambas partes en el tema «Bárbaros» (un poco más extraño fue el aire disco setentero de los metales en «Rio abajo lo veré») y en la dotación instrumental de la Banda, con una sonoridad inglesa para la Compañía Virginia y tambores indios distintivos para los nativos americanos.

Hércules (1997) cerró animadísimamente el concierto con la fuerza del Olimpo, la narrativa del héroe y del entrenador, y el gospel energético de las Musas (pese a que se echó en falta el importante «Tema de Meg» en la selección de John Moss). Con la fuerza del Olimpo y un público entregado, el bis final no podía ser otro que un reprise de «Amistad es lo principal/Quiero ser como tú» de El libro de la selva, con un ritmo que se contagió a toda la sala.

Un magnífico acercamiento a la magia de las bandas sonoras Disney, con tales y tan grandes aciertos que no llegan a empañarse entre ellos. Enhorabuena a la Banda Municipal de Barcelona y a Beatriz Fernández. Deseamos escuchar sus próximas propuestas.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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