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29.11.2019 Críticas  
Miriam Luna: piano, standards y terciopelo

Desde hace años, la joven artista barcelonesa Miriam Luna vive en Viena donde desarrolla su profesión de pianista y cantante. Ahora ha vuelto a casa para presentar, en la sala Nota79 su primer disco: «Piano & Soul».

Para su primer disco, Luna ha elegido una colección ecléctica de temas internacionales, versiones que van del bolero al pop y del inglés al portugués o al español, y que ella misma interpreta como voz y pianista solista. Una voz suave, sedosa y aterciopelada en los graves, que coge fuerza y garra en los medios, y un piano ágil que aporta una expresión personal de temas que siguen siendo reconocibles pero que tienen un sello propio.

El concierto de presentación en la sala Nota79 (prácticamente llena y expectante ante la ocasión de ver de nuevo a una artista que hacía años que no se prodigaba por Barcelona), fue una extensión de todo el disco, con el carisma, la sonrisa y las explicaciones de Miriam entre tema y tema para compartir la importancia para ella de aquel ritmo, aquella canción o aquel idioma.

Abrió la noche con una interpretación clásica del Your Song de Elton John, seguido del Loving you de Minnie Riperton (shala lalala…) y una versión muy propia del If I ain’t got you de Alicia Keys, donde empezaron a despuntar los atractivos graves de Miriam Luna y su capacidad para transmutar temas manteniendo toda su esencia. Dio entonces la bienvenida al primer invitado de la noche, el guitarrista flamenco Ismail Ouali, que la acompañó para interpretar un Bésame mucho trilingüe, al que siguió otro bolero, Dos gardenias, el bonus track del disco.

Tras esta primera parte más romántica, se abrió una segunda en la que los temas fueron variando. Con Je ne veux pas travailler, de Pink Martini, Luna se soltó del todo. Más cómoda y desenvuelta, pasados los nervios de los números iniciales y disfrutando de una gran conexión con el público, desplegó un ritmo y una fuerza desenfadados y juguetones, como pide la chanson. Y cambió de tercio sin despeinarse, con la compleja Insanity de Gregory Porter, interpretando perfectamente los dos estados de ánimo -dramático y dialogante- entre los que se mueve este hit de 2016. Después de eso, una versión del clásico Blue Moon muy particular, agradablemente sincopada, entre la java y el rag, que dejó huella en todos.

El siguiente invitado fue el saxofonista brasileño Gavriel Fortunato, con quién encaró la bossa Agua de beber, gran tema de Jobim y De Moraes que nos recordó que a mia casa sigue abierta. La conciencia ecologista apareció por primera vez con el Imagine de John Lennon. Es uno de los aspectos más personales de la trayectoria de Miriam Luna: en 2010 recorrió en bicicleta el trayecto Barcelona-Copenhague para apoyar la Conferencia contra el Cambio Climático.

Subió entonces al escenario el pianista Marc Martin (otro virtuoso al teclado, diestro y expresivo), para permitir que Miriam Luna se levantara y pudiera hacer una parte del concierto de pie, frente a todos los espectadores. Juntos, interpretaron tres canciones muy distintas: My baby just cares for me, de Nina Simone y dos números que no aparecen en el disco: What a difference a day makes de Dinah Washington y Parole parole, dedicado a los amigos italianos.

Martín le dio el relevo a Rafa Lagunas, viejo amigo de Luna, con él salieron dos de las mejores colaboraciones de la noche: Man in the mirror de Michael Jackson y el Isn’t she lovely de Stevie Wonder; que ya fue single del disco. El dominio de Lagunas de todas las posibilidades expresivas del cajón aportaron una fuerza y sonoridad muy vitales a ambos temas. Miriam Luna cerró la noche con dos canciones que la han acompañado desde hace años: el solemne Hallelujah de Leonard Cohen y el festivo Mas que nada del brasileño Jorge Ben.

17 canciones, un buen disco de versiones y una noche variada entre amigos que hubieran escuchado otras 17. Pese a su juventud, Miriam Luna suma más de una década de experiencia y goza de un cosmopolitismo que rebosa tanto en lo ecléctico de su selección musical como en la variedad de sus influencias como artista. El jazz y el pop, el blues y el bolero, lo latino, lo norteamericano, lo propiamente mediterráneo… Una riqueza magnífica que no puede sino dar cada vez mejores frutos. Si todo sigue así, no tardará en llegar un segundo disco, de temas propios, y estamos seguros de que merecerá mucho la pena.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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