novedades
 SEARCH   
 
 

08.11.2019 Críticas  
Los adultos en su estupidez

Uno de los montajes más esperados llega a la capital. Ese puente aéreo teatral Barcelona-Madrid, que algunas salas como el Teatro de la Abadía se esfuerzan en mantener y que tantas alegrías nos da. Sabíamos que A.K.A (Also Known As) lo había petado en Barcelona y alrededores. Ahora por fin lo comprobamos y lo entendemos.

Daniel J.Meyer es el joven autor de este monólogo que nos cuenta la historia de un joven adoptado por una familia española. Un adolescente de energía y alegría desbordantes. Que no entiende por qué debe acudir a unas reuniones donde solo se cuentan historias tristes. Él es feliz, él no quiere compartir sus bajonas, él nos quiere contar sus historias de adolescente. Sus movidas con sus “viejos”, sus quedadas con los amigos en el parque, sus ligues. La sociedad podrida en la que vivimos no le permitirá ser feliz. Nuestro protagonista es diferente, no es de aquí, y eso, en nuestras tan supuestamente adelantadas y civilizadas sociedades es suficiente motivo para destruir al distinto.

En lo que ha sido un trabajo de tres, a saber, el propio autor Dani J. Meyer (ver entrevista realizada por nuestra compañera Diana Limones), Montse Rodríguez Clusella en la dirección del texto, y Albert Salazar como protagonista, se nota que el montaje está hecho desde las tripas. Pocas veces un monólogo consigue electrizar desde el minuto uno y no decaer en ninguno de los casi ochenta que le siguen.

Ana Tantull ha diseñado una preciosa escenografía que recrea la intimidad de la habitación de un adolescente. La precisa iluminación de Xavi Gardés y Fernando Portillo nos llevan a los varios estados anímicos del joven. A eso ayuda la música que hace que las emociones broten y nos recorran la espina dorsal.

Sería difícil concebir este montaje sin su protagonista, Albert Salazar. Desconocido para el público madrileño (o por lo menos para mí). Merecidísimo ganador del Max a la mejor interpretación masculina (por una vez estoy de acuerdo en el fallo de un Max). La transformación de Albert en ese adolescente es de esas que se recuerdan por tiempo. El trabajo físico que desempeña no está al alcance de muchos, por suerte hay un grupo de jovencísimos actores que prometen darnos muchas alegrías. Tenía a Álex Villazán en el radar, a Raúl Pulido y ahora a Albert Salazar. Amantes del teatro, me quedaría corto describiendo el magnetismo escénico de Albert, que con un catarro del tamaño del Perú brindó una actuación de escándalo. No quiero pensar cómo lo hará cuando los virus no le tengan invadido.

Y el texto, con un sorprendente giro que congela el gesto y nos deja a todos con una cara de estúpidos supinos. Sí, los adultos somos estúpidos. Nos creemos poseedores de verdades incontestables, de juicios de valor inamovibles. No vemos, no queremos ver más allá de las etiquetas. Nos acomodamos en la postura, miramos a otro lado y encima nos hacemos los ofendidos. A.K.A es un golpe a la conciencia, un puñal de doble filo que mata y remata. Si aman el teatro, acudan, si no saben lo que es el teatro que remueve, vayan. Vayan a que un sudor frío les recorra la piel, que un vendaval de denuncia les incomode. Déjense llevar al universo de un joven que solo quiere ser feliz y que quiere compartirlo. ¿Seremos capaces de dejarle?

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES