El sexto recital del festival LIFE Victoria, a cargo de la soprano Carinne Tinney y del pianista Daniel Tarrida, se ha centrado en mujeres compositoras de Lied que alcanzaron merecida fama en su época, a pesar de su olvido actual: Maria Fritscher Westenholz, Louise Reichardt, Fanny Mendelssohn Hensel, Clara Wieck Schumann, Irène Poldowski y Amy Beach.
El concierto, que se realizó en el marco de la bella sala Doménech y Montanerdel de recinto modernista del Hospital de Sant Pau en Barcelona, comenzó con tres obras de Johann Sebastian Bach dedicadas a su esposa. La atemporal y amable «Bist Du bei Mir» («Si estás conmigo»), que la soprano abordó con dulzura, agudos ágiles y vibrato expresivo, seguida del dramático recitativo BWV82 y su correspondiente aria. Ambos brillantes pero de excesiva duración y con algún pasaje demasiado grave para la tesitura de la intérprete, que en toda la velada hizo gala de una excelente pronunciación y auténtico buen gusto.
El estilo avanzó más claramente hacia el Romanticismo con tres obras de Sophia Maria Fritscher Westenholz, la primera mujer Kapellmeisterin de la corte de Ludwigslust. «Morgenlied» («Canción Matinal»), que combinó una encantadora voz clásica y un piano dulce con ocasionales ecos de Dèbussy. La fúnebre «Das Grab» («La tumba») fue más lenta y grave, recordando en algún pasaje a los «Nocturnos de la Ventana» lorquianos. Le siguió «Trost der Hoffnung» («Consuelo de esperanza»), una oda curiosamente alegre a la vida después de la muerte.
El concierto continuó con dos obras de Louise Reichardt, también hija y nieta de Kapellmeister. La lenta y triste «Genoveva» y la animada «Hinüber wall ich» («Allí iré»), en la que el piano arropó en acordes ondulantes una voz aguda y llena de ilusión por un amor furtivo. Igualmente animada fue «Die Ersehnte» («La deliciosa») de Fanny Mendelssohn, seguida por las tristes «Die Nonne» («La monja») y «Warum sind die Rosen so blass?» («¿Por qué son las rosas tan pálidas?»), en las que una voz clásica, grave y llena de carácter contrastó con algunas originales disonancias de piano. La luminosa «Morgenständchen» («Serenata matinal»), de piano veloz y ágiles agudos de soprano dignos de ópera, cerró la primera parte.
La segunda mitad del concierto arrancó con el apasionado «Widmung» («Dedicatoria») de Robert Schumann a su esposa, que combinó barroco con romanticismo. Se animó con el canto al amor furtivo «Jemand» («Alguien») y descansó de nuevo en el armonioso nocturno «Die Lotosblume» («La flor de loto»). Le siguieron otros tres nocturnos de Clara Wieck Schumann. El armonioso «Ich stand in dunklen Träumen» («Estaba en un sueño oscuro»), el impresionante lamento por un amor no declarado «Sie liebten sich beide» («Ambos se amaban) y «Die Stille Lotosblume» («La tranquila flor de loto»). Viva, palpitante, con modulaciones llenas de originalidad.
Pasamos al postromanticismo con tres lieder en francés de la polaca Irène Poldowski. La lenta y dramática «Spleen» («Tedio»), la veloz y surrealista «Colombine» y la amable «L´heure exquise» («La hora exquisita»), combinando con calidez una voz clásica y un piano moderno con acordes de jazz. El broche final lo puso Amy Beach, primera pianista reconocida en los Estados Unidos. La cálida oda a la primavera «The year’s at the spring», el clásico «I send you my heart up» y la difícil y bella «Ah love, but a day» («Oh amor, pero un día»), que evoluciona desde un piano tranquilo y una voz aguda, dulcísima, hasta un gran Lied lleno de ritmo y carácter.
Carine Tinney y Daniel Tarrida correspondieron a los merecidos aplausos con una canción de Clara Schumann fuera de programa. «Liebst Du um Schönheit?» («¿Me amas por la belleza?»); una oda al verdadero amor, llena de ritmo y expresividad. Un excelente resumen para una velada especial que hace justicia a compositoras antiguas, aunque gracias a iniciativas como ésta comienzan a estar menos olvidadas. Esperamos oír más sobre ellas.
Crítica realizada por Nieves Gálvez
