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16.10.2019 Críticas  
Un Turandot para celebrar

El Gran Teatre del Liceu de Barcelona celebra este mes el 20 aniversario de su reapertura con Turandot, la ópera más conocida de Giacomo Puccini y una de las óperas más icónicas tanto para la cultura operística como para el mismo teatro.

Este mes de octubre, el gran teatro barcelonés celebra el 20 aniversario de su reapertura. Tras recuperarse del fatal incendio acaecido el 31 de enero de 1994, el Gran Teatre del Liceu resurgió de sus cenizas en 1999 con una versión de Turandot de Puccini dirigida por Nuria Espert. Una versión que sirvió de empuje para que el género volviese a copar portadas y para que la ópera resurgiera tras el sonado accidente. Ahora, 20 años más tarde, el teatro presenta su nueva temporada con una versión futurista de la ópera de Giacomo Puccini que nos deja claro que, por mucho que a algunos la ópera les suene a género arcaico, no hay nada que la impida evolucionar y actualizarse.

Franc Aleu firma la dirección y la idea de esta nueva puesta en escena 100% exportable al mundo que engancha al espectador a la butaca para presenciar un brillante espectáculo. Proyecciones, vestuario tecnológico o robótica son algunas de las técnicas que el director, pionero en video-creación cuando este arte aún era incipiente en Barcelona, ha sabido conjugar con precisión para presentarnos un espectáculo que ovacionar. Junto a él, grandes figuras de la ópera como Iréne Theorín, Ermonela Jaho o Jorge de León prestan su voz y actuación a un Turandot que permanecerá en la memoria de los amantes de la ópera por muchos años; como ocurre con la versión de Espert.

Con la Orquesta del Liceu dirigida magistralmente por Josep Pons y el Coro del Liceu dirigido a la perfección por Conxita García, Turandot se convierte en una ópera perfecta para iniciarse en el género. Una función perfecta para nuevos asiduos a la ópera como una gran mayoría de invitados al estreno. Y es que, la flor y nata de la política y la sociedad catalana se juntó en un estreno copado de personas donde Turandot se convertiría en su primera ópera.

Turandot es una ópera ligera, con una partitura que anima a seguir enganchado a escena y, cuya historia y duración es perfecta para un no iniciado en el género. Por lo que su elección para celebrar el 20 aniversario de la reapertura del teatro, fue perfecta; a parte del simbolismo en sí para el teatro. Si además de esto, tienes la oportunidad de disfrutar de grandes estrellas mundiales como Iréne Theorín o Ermonela Jaho; no hay que decir mucho más para que se convierta en un cóctel perfecto.

La última y póstuma ópera de Puccini -acabada por Franco Alfano-, estrenada en el Teatro alla Scala de Milán en 1926, es también el título con el que debuta como director de escena el videoartista Franc Aleu. Aleu, presenta un espectáculo sin igual. Desde el primer minuto, el espectáculo nos deja boquiabiertos y, podemos entender porqué fue colaborador usual en las creaciones de La fura del Baus. Esta es su primera vez como director de escena y espero que no sea la última en el Liceu. El espectáculo creado es tan visualmente hipnótico que dan ganas de volver a disfrutar la ópera en cada función. La idea preconcebida que Aleu presentó en Sónar+D el pasado mes de Julio, ha tomado forma para expandirse más allá de lo que nos presentaba. Es fantástico ver como ha evolucionado el proyecto para convertirlo en un espectáculo de tan alto nivel. No hay lugar a dudas que Aleu va a convertirse en uno de los próximos directores de referencia del Liceu. Bravo por su trabajo y el de todo su equipo.

Junto a ellos, hay que felicitar a los equipos técnicos del espectáculo. Empezando por la iluminación de Marco Filibeck, la escenografía de Carles Berga y el mismo Aleu, el vestuario de Chu Uroz y la robótica de Universal Robots; entre otros. El conjunto visual creado fue sinceramente mágico.

Por último, no podemos dejar de agradecer la noche con el elenco de la ópera. Empezando por los papeles principames, Ermonela Jaho en el papel de Liù, la enamorada de Timur. Su control vocal es tan perfecto que solo aparecer en escena el público enmudece. Fue quien se llevó el bien merecido aplauso de la noche ya que estuvo perfecta tanto vocal como interpretativamente. A remarcar su interpretación de «Signore, ascolta!»; con la que llevó más de un vítore. Por su parte, destacamos la presencia y talante de Iréne Theorín quien en el papel de la princesa Turandot supo acercarnos a sus más presentes temores y demostró su maestría en el género. Por otro lado, y aunque no estuvo muy acertado en su interpretación vocal del aria «Nessum dorma!», pudimos disfrutar de Jorge de León en el papel de Timur, el rey tártaro destronado. Su interpretación, tanto actoral como vocal, fue perfecta y acorde a lo esperado en casi toda la ópera pero cayó en la esperada aria donde el fraseo y la letra parecía pelear con la proyección vocal del artista. Algo que no le permitió brillar como debería. He de remarcar que su personaje es el más sufrido de la ópera puesto que siempre, menos en un cuadro del segundo acto, está activo en escena. Y, por último, destacar la intervención de Toni Marsol, Francisco Vas y Mikeldi Atxalandabaso; Ping, Pang y Pon, respectivamente. Su escena fue una de las más divertidas y su interpretación supo estar a la altura.

En definitiva, la versión de Franc Aleu de Turandot se convierte en una propuesta muy atractiva para que viaje por el mundo. Esperamos que pronto visite lugares tan emblemáticos con la Scalla de Milán o la ópera de Berlín. Pero, sobretodo, espero que nuestros amigos del Teatro Real de Madrid opten por programarla en la siguiente temporada.

Y a ti lector, si aún no has acudido a disfrutar de Turandot en el Gran Teatre del Liceu, corre antes que finalice funciones el próximo 25 de octubre. Y no te preocupes si no has visto ópera antes, este es tu momento. Turandot va a ser tu ópera.

Crítica realizada por Norman Marsà

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