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16.10.2019 Críticas  
Humor musicalizado

El grupo de músicos y humoristas argentino Les Luthiers está recorriendo la geografía española con la antología Viejos Hazmerreíres, un espectáculo que cuenta con el humor atemporal característico de este sexteto y que actualmente hace parada en el Pabellón Municipal de Congresos IFEMA de Madrid.

Siempre es una buena noticia poder volver a ver sobre las tablas a los integrantes de siempre – Jorge Maronna y Carlos López Puccio– con las posteriores incorporaciones – Roberto Antier, Tomás Mayer-Wolf, Martín O´Connor y Horacio Tato Turano– demostrando que su historia puede cambiar pero no su talento. Ha llovido mucho desde el año 1967 pero su humor sigue en plena forma y no pasa de moda: ocurrencias inteligentes que nada tienen que ver con los chistes de siempre ni con las salidas fáciles y chabacanas que, al final, nos rodean por todas partes.

Les Luthiers arrancan sonrisas apelando a la inteligencia de los espectadores y espectadoras que, al menos yo, disfruté. Aun así, llegaron al Palacio Municipal de Congresos IFEMA con unas expectativas muy altas que no se cumplieron del todo. Quizá demasiadas ilusiones o numerosos cambios de ritmo en el espectáculo en el que se alternan momentos que no llegan al punto esperado con otros en los que demuestran que siguen siendo los grandes maestros del humor musical.

El hilo conductor de este espectáculo es una Radio Tertulia en la que dos locutores van conversando en su programa radiofónico e introducen los temas de los que se compone Viejos hazmerreíres. Positivamente, me gustaría destacar lo magistralmente unificadas que están las partes de la obra y cómo cuidan hasta el más mínimo detalle esa conexión. Por el contrario, lo más flojo del espectáculo resulta ser la elección de los números que lo componen. Una antología debe estar compuesta por los mejores fragmentos pero, en mi opinión, los que se presentan no son los más extraordinarios de Les Luthiers. Desgraciadamente, en el tintero se quedan muchos números que merecían ser rescatados; o que a mí me hubiera gustado ver. Eso sí, el público despertó definitivamente aplaudiendo con mucho énfasis cuando citaron al Maestro Sebastian Mastropiero, lo que indica claramente que la gente echaba en falta números que estuvieran a la altura de lo que son Les Luthiers y que, de ese modo, se equilibrara un poco la balanza.

Me gustaría destacar la calidad lírica de Tomás Mayer-Wolf que a partir de la retirada de Carlos Núñez en el año 2017 pasa a ser miembro estable del grupo argentino aportando aún más carácter musical y sorprendiendo para bien. Hablando de música, merece la pena ir al pabellón con el tiempo suficiente para disfrutar de los instrumentos que ellos mismos fabrican y tocan y que están expuestos en el hall. ¡Es gratificante!

Por último, debo destacar los hábiles recursos de sonido e iluminación utilizados y que facilitan la sumersión del público en este ritmo trepidante al que nos tienen acostumbrados los reyes del espectáculo musical-humorístico.

Las risas de cientos de personas en cualquier teatro del mundo confirman la efectividad de Les Luthiers y, aunque estén mejor o peor elegidas las partes de esta antología, sería un pecado perderse algo así.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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