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11.10.2019 Críticas  
Maravilloso canto a la vida

¡Por fin se instala en Madrid! La compañía de teatro La Cubana presenta su nuevo espectáculo Adiós Arturo en el céntrico teatro Calderón, un montaje que recrea el funeral de un personaje público a través de su familia y amigos.

La afluencia de gente frente a las puertas del teatro Calderón un buen rato antes de que comenzara el espectáculo demostraba que La Cubana es una de las compañías de teatro más prestigiosas y reconocidas en el género de la comedia y que, siempre que viene a Madrid, tiene un éxito arrollador. Quién les iba a decir que casi cuarenta años después de su creación siguen manteniendo intacta la ilusión. Admiro cómo siguen inventando unos espectáculos tan potentes y originales y como siempre elaboran un guión para que todo el público se sorprenda y participe. ¡El buen teatro nunca muere!

Arturo Cirera Mompou es un polifacético artista muy conocido internacionalmente, hijo de un médico que ejercía en esta ciudad, quien tras una intensa vida deja escrito que, cuando muera, no quiere un funeral triste y aburrido sino una fiesta por todo lo alto en su ciudad de origen, encargo que recoge La Cubana teniendo claro lo más importante: el humor también sirve para hacer reflexionar a la gente.

Como es costumbre con esta compañía, nada más poner un pie en el teatro ya te encuentras inmerso en el espectáculo puesto que los actores y actrices se mueve por el patio de butacas interactuando con los espectadores mientras se acomodan en sus butacas con una sonrisa de oreja a oreja que, está más que comprobado, no desparece en ningún momento.

Las principales características de La Cubana a lo largo de su trayectoria son: el humor, las sorpresas y la participación del público. Pues de estas tres cosas voy a hablar. A lo largo de tantos años sobre pequeños y grandes escenarios siempre he admirado su capacidad de crítica social a partir de un humor cercano y muy personal pero con ciertos toques ácidos, en Adiós Arturo el humor se ejerce a base de tópicos, un humor más blanco sin connotaciones negativas apto para todo tipo de público; será porque vivimos en la época donde la risa tiene más límites que caminos pero qué sé yo, eché de menos un humor más desenfrenado. Las sorpresas nunca acaban y hasta nos dejan asombrados con la estructura de Adiós Arturo, un formato poco habitual que es todo un éxito, ¡qué original! Por otro lado, la participación del público (¡gracias por liarme de esa manera tan divertida, Nuria Benet!) dota al espectáculo de una frescura y complicidad envidiables, lo que siempre es un gran acierto. Y ya no cuento nada más porque hay cosas que es mejor no saber para disfrutar más de este espectáculo.

La producción cumple las altas expectativas que todos los que hemos visto otras obras de La Cubana solemos tener: una escenografía despampanante y cuidada hasta el más mínimo detalle, un vestuario muy alegre y colorido y unos camaleónicos actores haciendo muchas cosas en poco tiempo, ¡qué energía! Todos ellos demuestran estar en forma, realizando un extraordinario ejercicio interpretativo en sus diferentes papeles. Son diez actores maravillosos que se desdoblan en una multitud de personajes: Jaume Baucis, Xavi Tena, Toni Torres, Nuria Benet, Álex González, Babeth Ripoll, Montse Amat, Toni Sans, Edu Ferrés y Virginia Melgar; todos y todas bajo una dirección admirable de Jordi Milán. ¡Qué gran trabajo realizan con un movimiento escénico coreográfico!

Ay, que me dejo a otro miembro más del elenco que también lo borda: Ernesto, el loro. Es lógico que se lleven una y mil ovaciones porque se las merecen todas. Además, maravillosa coordinación de los recursos, en especial el diseño de luces – a manos de Aleix Costales– que acompaña cada momento dentro y fuera del escenario.

Gran trabajo y dedicación para demostrar que La Cubana vive por y para el teatro. ¡Por muchas más!

Crítica realizada por Patricia Moreno

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