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02.10.2019 Críticas  
Mario no era tan mal marido

Es un clásico del teatro español que durante cuarenta años ha estado interpretando Lola Herrera. Pero yo no lo había visto aún. Así que no me he querido perder Cinco horas con Mario, que está de gira y que recala en el Teatre Goya de Barcelona para recordarnos a la mujer castellana de la época franquista y un mundo que, a decir verdad, no sé si ya pasó.

Al levantarse el telón, uno se encuentra un escenario decorado por Rafael Palmero en su justa medida para un monólogo teatral con un escritorio en el que está sentada Carmen Sotillo vestida de riguroso luto para arrancar esta obra de una sola voz. Le acompañan algunas sillas de los que han velado al difunto y quienes, entrada la noche, han dejado sola a una viuda frente a su esposo. Y Mario en el centro de todo, en su ataúd. Negro para la tristeza, en el que también juega un papel protagonista la iluminación de Manuel Maldonado, y tonos violetas con el que representar la feminidad. Sí, la feminidad. En los 60 y en un pueblo de provincia, poco se sabía de modernidades, pero sí se sabía de emoción. Y de emociones es de lo que nos habla Miguel Delibes en la novela que él mismo, junto a José Sámano y Josefina Molina posteriormente reescribieron para las tablas. Y sí, nos habla de emociones, pero también de costumbres, de otra época, del dolor de la soledad, de la imposiciones de una realidad y de la tristeza de los sueños no conseguidos.

Lola Herrera es Carmen Sotillo y viceversa. Porque claro, son 40 años conviviendo largas épocas con el personaje. Sus reproches a Mario por no darle la vida deseada, por ser un marido de clase social inferior, de ideas demasiado liberales y además enfermo de depresión son a momentos cuchilladas dramáticas y a momentos gotas frescas de comicidad que la actriz ejecuta con la comodidad de sentir el personaje muy adentro. En todo eso hay, evidentemente, un buen trabajo de dirección de Josefina Molina, quien juega con ventaja como mujer y además de la época. Delibes realiza una especie de crítica inversa donde al principio parece que se leen unas cosas en escena y donde se acaban leyendo otras diferentes. Y con eso, se realiza una denuncia precoz (recordemos que la novela fue publicada en el 66) de un sistema social que poco a poco se esperaba que fuera cambiando.

La representación se hace en algunos momentos reiterativa (es un monólogo de 80 minutos), pero esto se entiende si volvemos a la época que evoca, con un tipo de mujer-gotera que martillea cuando no le gusta algo. Además el trabajo de la Herrera es el que se espera de una actriz de su talla. No decepciona.

Una pieza de interés que llenó la sala de los que se podían sentir identificados pero también de juventud que no querían perderse este montaje de renombre que, además, levantó a casi toda la platea en aplausos y ovación. Parece que arrancamos temporada con fuerza y Cinco horas con Mario ha conseguido lo que a veces es difícil conseguir del público catalán.

Crítica realizada por Diana Limones

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