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02.09.2019 Críticas  
(Anti)especismo, fascismo, secretos, mentiras y familia

El Teatre Tantarantana estrena temporada con Persones potencialment perilloses. La primera de las propuestas del proyecto de apoyo a la creación El Cicló nos reúne con H.I.I.I.T y la última pieza escrita y dirigida por Roger Torns. Un planteamiento inicial potente y un cuestionamiento ideológico transversal nos esperan en los Baixos 22.

Espectáculos como Hàbitat (doble penetració), Distància, Estrip-Tesi o Elefant Terrible coincidían en mostrar una adecuación asombrosa entre forma y contenido. Entre lo que querían decir y, especialmente, en cómo lo hacían. En este caso, se opta por una opción más explicativa que alusiva. A partir de un suceso muy concreto se busca situarnos en un terreno mucho más reflexivo y trasladar la maquinaria del pensamiento fascista al núcleo familiar. Torns recurre a asuntos como el (anti)especismo animal y los utiliza como símbolo aunque no habrá una explotación dramática excesiva de esta simbología.

Si bien es cierto que no se buscará un drama familiar al uso, también lo es que las situaciones, los personajes y sus giros se presentarán y desarrollarán en este contexto. En la función, el posicionamiento se mostrará mediante el uso de canciones que, en algunos casos, niegan lo que acabamos de contemplar. Un hip hop introducido por dos de los personajes que explicarán antes de cada intervención musical cuál es la intención de lo que van a cantar y de qué modo cada escena debe contemplarse como metáfora entre la ficción a la que asistimos y la realidad que nos espera fuera. Una opción que nos conduce de un modo más orietativo que sugestivo y que insinúa y justifica su presencia como extrapolación posmoderna de un coro trágico griego.

El espacio escénico de Albert Ventura, que también firma la iluminación junto a Torns, relaciona a primera vista el ámbito doméstico con la decisión de situar a los protagonistas en una suerte de tumba en la que ellos mismos se hunden y de la que intentan (o no) escapar. Una opción acertada que consigue crear o delimitar un ambiente asfixiante que impide el aire y favorece la confrontación. Al mismo tiempo, el vestuario de Núria Milà nos permite conocer o situar a cada personaje en un contexto o grupo social desde un primer momento, remarcando su personalidad y jugando también con las ideas preconcebidas que podamos tener los espectadores. A partir de esta disciplina se reforzará la inclusión del hip hop como elemento artístico y en su vertiente más visual.

Por la concepción de la pieza, tanto el espacio sonoro como la composición musical tienen especial relevancia. Alex Marteen y Laura Daza han compuesto unas canciones que se inscriben y adecúan dentro del movimiento artístico nombrado más arriba. La utilización de las mismas trata de elevar el caso individual y concreto que sucede en este núcleo cerrado más allá del drama familiar y extrapolarlo a una reflexión sobre el fascismo imperante y arraigado en nuestra sociedad, insinuando y perfilando connotaciones de identidad, país o lengua. Del hip hop, se centrarán en la parte oral y auditiva. Un rap a ratos recitado y a ratos cantado y la inclusión del «turntablism» digital con el que Daza refuerza su interpretación, destacando en el fraseo.

Los intérpretes transmiten la crispación de las situaciones más conflictivas y se acercan al tono trágico (y contemporáneo) que busca imprimir la dirección antes en las escenas entre dos personajes que en las colectivas. En estos momentos, lo (tragi)cómico parece copar cierto protagonismo y los cuatro combinan energía en los movimientos y la comunicación no verbal con un acentuado e intensificado uso de los silencios. Hay un esfuerzo de todos por naturalizar a nivel conversación y cotidiano catalán y español, especialmente en el caso de Romina Cocca. A su vez, David López aprovecha las escenas en las que su personaje se explica ante el resto y también ante el público para salirse del hermetismo inicial. Àlex Sanz incluye en su movimiento escénico detalles y matices del «breaking», la parte más física del hip hop. Entre la inocencia y la consciencia dibujará al personaje con el que conseguiremos empatizar de principio a fin.

Finalmente, Persones potencialment perilloses se sostiene por esa inquietud inquebrantable, que persiste en la compañía espectáculo tras espectáculo, de confrontar nuestra realidad más inmediata y ver qué papel pueden jugar las artes escénicas al respecto. También se intuye la posibilidad de dos o tres piezas más dentro de ésta y, realmente, nos gustaría ver cómo se tratan en profundidad el especismo animal o el fascismo dentro del núcleo familiar a partir de esa aproximación peculiar y característica a la que Torns nos tiene acostumbrados. La opción de hacerlo a partir de un concierto/batalla de hip hop es una buena base de partida.

Crítica realizada por Fernando Solla

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