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12.07.2019 Críticas  
Ardiente guinda de final de temporada

El Teatro Real llega al final de esta temporada por todo lo alto. Programando un Verdi histórico. Il Trovatore es de esas operas memorables, queridas, de las que vende hasta la última localidad. El montaje es una perfecta guinda a una temporada que se salda con un sobresaliente.

En 1836, Antonio García Gutiérrez escribía una obra de teatro con el título “El Trovador”. Su acción discurría en Aragón. Manrico era el trovador en cuestión, enamorado de Leonora, a la que también pretende el Conde de Luna. Enfrentados en duelo constante por el amor de la dama, se citaran para un duelo final. Entra en juego Azucena, madre de Manrico. Azucena no ha olvidado que debe vengar la muerte de su madre, y confiesa a Manrico un fatídico error cometido en el pasado. El duelo se llevará a cabo, provocando un fatal desenlace, y que el error sea desvelado. Manrico y el Conde de Luna eran hermanos de sangre. La muerte de la madre habrá sido vengada.

Salvatore Cammarano escribió el libreto y Giuseppe Verdi compuso una musica eterna. Su más reconocible fragmento, el coro de los gitanos, es una de las composiciones más bellas del género operístico. Escucharlo en el talento del Coro del Teatro Real es de un placer impagable. No es de extrañar que el Coro del Real esté reconocido como uno de los mejores del mundo. Se eriza el vello del presente ante la potencia, brillo y belleza de sus intervenciones. En este Il Trovatore se lucen.

Este montaje es una nueva producción del Teatro Real, en coproducción con la Ópera de Monte-Carlo y la Royal Danish Opera de Copenhague. La dirección de escena corre a cargo de Francisco Negrín y la escenografía a cargo de Louis Desiré. Brillante trabajo, sobrio, en colores oscuros. La llama, la hoguera, el fuego de la pasión y el dolor siempre presentes en escena. Brillante movimiento artístico que consigue dibujar diversos espacios. La figura de la madre, y la figura de la muerte, el niño con la guadaña. Todo con un gran sentido estético, y de poderosa a la vez que fría belleza.

La orquesta dirigida por Maurizio Benini suena impoluta y acompasada. En el reparto grandes voces. Ludovic Tézier simplemente magistral como Conde de Luna. Maria Agresta sublime en su Leonora. Ekaterina Semenchuck brillante. Francesco Meli levanta al público en ovación con su Manrico. Un lujo de reparto, a la altura que requiere Il Trovatore.

Algunos tacharán a Verdi de facilón. Evidentemente no es Wagner, pero Verdi tiene ese poder de blockbuster. Sus composiciones suelen ser amadas por el gran público, nos descubrimos canturreándolas a la salida, llenando la Plaza de Oriente del Coro de los gitanos. Si algo hay que agradecerle al Teatro Real es ese perfecto equilibrio para atraer al gran público con montajes como este, y dar el contrapunto con montajes más exclusivos. Este Il Trovatore es de aquellos que crea escuela y afición. Descubrir esas melodías, esos coros, esas voces es algo que se recuerda de por vida. De eso que en un futuro podrás decir, yo vi Il Trovatore en el Real y te recorrerá un escalofrío por la dorsal.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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