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10.07.2019 Críticas  
Un canto a la vida

Gilberto Gil llega al Festival Jardins de Pedralbes con la excusa de presentar su último disco ‘Okokok’ para traer sus ritmos tropicales a la ciudad condal y hacerle un homenaje a la vida con una sonrisa de oreja a oreja. El exministro de cultura brasileiro repasa sus 60 años de carrera musical y celebra su recién recuperado estado de salud con parte de su familia en el escenario.

Ni más ni menos que 60 años hace desde sus primeros pasos en la música cuando formó parte del grupo Os Desafinados. Uno de los pesos pesados de los ritmos tropicales en su país natal, Brazil, que le ha llevado incluso a encargarse de la cartera de Cultura de Brazil bajo la presidencia de Lula da Silva. Las arrugas de Gilberto Gil, a sus 77 años, cuentan una historia digna de ser contada.

No es para menos que, después de haber sufrido dos insuficiencias (una renal y una cardíaca), Gilberto Gil decidiera celebrar la vida tras su recuperación. Así nace su último disco, ‘Okokok’, un disco que él mismo define como un canto a la (buena) vida, a vivirla en salud. Y con este propósito ha llegado al escenario del Festival Jardins de Pedralbes acompañado de su banda y con algunos invitados más especiales: su hijo Ben (que también es su productor), su hija mayor acompañándole en los coros, Nara; y José, su hijo pequeño, con las percusiones.

Gil empieza la velada con el tema que da nombre a su último disco ‘Okokok’ para seguir con ‘Quatro pedacinhos’, poco a poco el público va permitiendo que ese ritmo sugerente tan característico de la bossanova se le meta lentamente bajo la piel. Alguien entre el público empezará a percutir el brazo de la silla con los dedos al ritmo, seguramente otro sin darse cuenta hará lo mismo con el pie; y cuando uno menos se lo espera, está meciéndose de lado a lado de la silla como hipnotizado por los ritmos tropicales que Gilberto Gil ha traído a esta noche de verano en la ciudad condal.

Seguimos con la samba de ‘Eu vim da Bahia’ tocada en solitario en honor a Joao Gilberto para recuperar ‘Você e Você’ de su disco, ‘Gil luminoso’. La propuesta inicial de repasar la carrera musical de Gilberto Gil queda en una promesa lanzada al aire si se tiene en cuenta su extensísima discografía de más de 50 discos publicados en 60 años, y no es para menos.

A pesar de la dificultad manifiesta a la hora de elegir el ‘setlist’ para esta noche, entre el público se celebra cada nuevo tema que suena con cierta emoción contenida. De ‘Seu Olhar’ de Joao Gilberto a ‘Drão’, aparece la primera invitada de la noche a compartir escenario con Gil. Será Roberta Sá, con la que interpretará dos temas, entre ellos uno propio de esta cantante de bossanova, que se contonea por el escenario grácilmente con un vestido vaporoso a darle un toque más de color a esta noche.

A continuación, y siguiendo la estela familiar que marcará todo el concierto, aparece la nieta de Gilberto Gil al escenario, que cantará con su abuelo ‘Goodbye my girl’, tema en inglés publicado en el año 79.

Entre reggae, samba y bossanova, Gil encontrará hueco también para homenajear el centenario carnaval que se celebra en su ciudad natal, Salvador de Bahia, interpretando una canción de Olodum, banda brasileña no solo famosa por su implicación en los carnavales, sino también por su marcado carácter político centrado en la defensa de las minorías y lucha contra el racismo.

Tras un corto bis, nos despediremos de Gilberto Gil bailando ya totalmente desinhibidos de pie al ritmo de ‘Extra’ y ‘Toda menina baiana’ con toda la banda e invitados sobre el escenario demostrando que la música es el mejor idioma universal.

Crónica realizada por Bea Garrido

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