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10.07.2019 Críticas  
Alícia y su mundo maravilloso

Hay chicas que se casan y casas en miniatura. Niñas enterradas entre flores que se enfrentan a la muerte y destinos que pretenden ser cambiados. Hay parches en los ojos y conversaciones con el padre. Y bebés que son bolsas de agua en países en guerra con soldados traumatizados. Alícia Gorina reúne todas sus obras en In wonderland, en el Teatre Lliure para el Grec 2019.

Tras haber hecho una primera experimentación con la auto-ficción en Watching Peeping Tom, en una especie de reencuentro con su padre, Alícia ha decidido continuar el juego y tratar la relación que mantiene con su madre, quien es psicoanalista. Para ello, congrega en escena a 4 amigos de su madre, psicoanalistas también, para que estudien y diseccionen su trabajo, para que lo desmenucen frente al público.

Alícia juega. Pero es valiente. Igual que el personaje de Lewis Carroll, vive una aventura pero con riesgos. O no. Sea como sea, Gorina se desnuda ante el público usando el teatro en un ejercicio de sinceridad que, cuando se utiliza, entretiene pero a la misma vez permite conocer el interior de autores, directores o actores.

Usando el nombre del conocido libro de Carroll el firmante de la dramaturgia, Albert Arribas, realiza un doble juego en el que se evoca a Alícia en el país de las maravillas solapando momentos de la novela con la trayectoria de la directora. Se retratan sus obras y como si de una consulta se tratase, se analizan simbolismos en los trabajos de Gorina relacionándolos con asuntos como la maternidad, el riesgo, la violencia o la infancia y el por qué y el cómo la directora los ha usado en sus trabajos anteriores tales como The little Jesus, Imatges Gelades, Watching Peeping Tom o Blasted.

Dentro del juego, se incluye la creación de un espacio escénico donde predomina el rojo, que bien nos recuerdo a cuando Alícia se enfrenta a la Reina de corazones. Y, es que en In Wonderland, Alícia se enfrenta a su propio mundo interior también. Una mesa alargada, moqueta, altas cortinas y un gran número de micrófonos y rosas. Una fantástica propuesta de Silvia Delagneau para ambientar la idea de este especial proyecto. No voy a hacer spoiler para los que no han visto la obra ahora pero quieran verla en noviembre, ya que está programada de nuevo en el Teatre Lliure, pero la entrada a la sala del teatro, original y extremadamente divertida, consigue desde el minuto 1 introducir al asistente dentro del mundo que va a visitar, como invitado, durante los siguientes 75 minutos.

A toda esta innovadora propuesta se le añade la valentía de Gorina de trabajar con psicoanalistas reales y no con actores. Un desafío que seguro que le ha aportado experiencias satisfactorias, pero con el que se corre un riesgo escénico. Una razón más por la que apodamos de valiente a esta joven directora. Alícia se vale del candor en escena de Juan Bellido, Elena Fieschi, Carme García y Anna Romagosa para crear personajes que se representan a sí mismos, continuando con el juego entre ficción y realidad. Aunque, de seguro, a nivel técnico le deben haber sido de mucha ayuda para tratar el tema psicológico en la pieza. Hacia el final, en el último tercio de la obra aparece una enormísima Anna Alarcón, que cierra de forma espectacular, en una interpretación que enmudece a los presentes.

No hay mucho más que se pueda decir de In wonderland, porque es una obra que hay que ir a ver. Aunque, a priori, tocar el tema del psicoanálisis podría parecer un tanto tedioso sobre las tablas, Gorina ha sabido dirigir su propio juego de forma atractiva a la vez que ocurrente. A ella le apetecía cruzar el espejo pero, además, le ha hecho un regalo al público. Así que, una vez más, se salda con nota alta y nos deja con unas tremendas ganas de ver su próximo trabajo en el TNC: Solitud.

Crítica realizada por Diana Limones

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