El Maldà ha recuperado 9 to 5. El musical. La versión de la compañía Epidèmia Teatre sorprende desde un primer momento por el rigor y seriedad con la que abordan la temática elegida a partir de la connotación ideológica y el contraste genérico llevado al extremo. La adaptación al catalán y las interpretaciones multiplican las posibilidades dramáticas de las canciones.
Un detalle que distingue a este musical por encima de la media es, precisamente, la aportación de las mismas. Esto es algo que siempre debería suceder y que en ocasiones resulta una teoría frustrada. Aquí no. Los temas de Dolly Parton (que se convirtió para la ocasión en una hábil y sensible letrista) insuflan ese anhelo de las protagonistas de un modo inteligente y en apariencia fuera de tono con respecto a lo hilarante de la aproximación. Nada más lejos de la realidad, ya que desde ahí late el corazón de la propuesta. Sinceridad y reivindicación. Como si una de alucinación inducida por la laca se tratara. Una laca que también fija un mensaje que persiste. Desigualdad de género (especialmente en el ámbito laboral), empoderamiento e independencia de la mujer, conciliación del trabajo y la vida doméstica (sea de la índole que sea)…
Todo esto al ritmo de temas como el que da título a la obra (y por el que Parton consiguió un Oscar cuando lo compuso para la película que sirve de base argumental de la pieza en 1980), «Backwoods Barbie», «Shine Like the Sun» o «Get Out and Stay Out» (una auténtica joya). Quién sabe si el trabajo de la artista y Patricia Resnick, también guionista del filme, sirvió de base para inspirar a Sara Bareilles y a sus letras para el personaje de Jenna en la versión musical de Waitress. La aproximación de Mireia Lorente-Picó y la dirección de Xavi Morató aporta y fortalece la mirada crítica que el género musical puede ofrecer a todo tipo de temáticas. Esto sucede especialmente a partir de la traducción y el ritmo conferido a la pieza. También por la decisión de mantener la caricatura extrema y el desfase máximo en las interpretaciones y por ese juego de contraste y (des)equilibrio en el tono entre las distintas situaciones descritas a partir del texto y las canciones.
La escenografía, vestuario e iluminación de Sara Espinosa y Sergi Cerdan adaptan la propuesta a las características de la sala y ofrecen algunas soluciones ingeniosas para el desarrollo de la propuesta, más teniendo en cuenta que hay que mantener libre el máximo espacio posible para que las coreografías de Aina Torné luzcan y nos sorprendan, gracias también a la ejecución de los intérpretes. Su trabajo minimiza el salto del gran al pequeño formato, consiguiendo que prácticamente no se resienta ningún número musical. Los arreglos de Ignacio Sabadell y la dirección musical (e interpretación) de Joel Riu apuntan en esta misma dirección.
Y, por supuesto, los intérpretes. Lorente-Picó, Marta Borràs, Aida Llop, Anna Marquès y Joan Sáez (los dos últimos, desdoblándose en varios personajes) han entendido perfectamente tanto los requerimientos de la propuesta como las directrices de Morató. Cada una de las tres protagonistas caracteriza a su personaje de un modo particular y, al mismo tiempo, con una gran compenetración. Los cinco equilibran muy bien los momentos más sentidos con el desfase hiperbolizado de muchos momentos y, básico, destacan en las tres disciplinas: interpretación, canto y baile. Muy buenos embajadores del título que se traen entre manos.
Finalmente, se agradece la posibilidad de disfrutar de este título en nuestra cartelera. Una vez más (y ya van muchas) comprobamos cómo el pequeño formato no está reñido con la calidad y el talento de los profesionales, sino que pueden llegar a convertirse en los mejores sinónimos. 9 to 5. El musical es un título que merecía una aproximación como la que aquí encontramos y Epidèmia Teatre se ha convertido en una generosa portadora y vehiculadora de todas sus virtudes.
Crítica realizada por Fernando Solla
