novedades
 SEARCH   
 
 

28.06.2019 Críticas  
Música para la supervivencia

Humildemente, no creo que esta crítica que me propongo escribir ahora, vaya a significar gran cosa teniendo en cuenta que a estas alturas, prácticamente todas las entradas de Instrumental ya están agotadas y eso quiere decir mucho. Pero me gustaría que quede constancia de lo que ha significado para mí este trabajo que ha orquestado Iván Morales para el Teatre Lliure de Montjuic.

Basada en el libro homónimo del pianista James Rhodes, esta pieza expone abiertamente los abusos sexuales a los que él fue sometido cuando solo era un niño por su profesor de educación física. Aunque no es todo amargo en este texto. Es cierto que, de forma paulatina, vamos descubriendo (en pequeñas dosis, porque si no sería insoportable) los acontecimientos que culminaron en esa traumática experiencia y sus terribles secuelas (problemas físicos, mentales, intentos de suicidio…). Pero también se nos muestra cómo la música fue su ancla salvadora. Ancla que en plena tormenta, todas las veces que tambaleaba, le permitió no perderse definitivamente a la deriva.

Empezando con los aspectos técnicos del montaje, el acierto de arrancar con unos minutos de música electrónica vanguardista ayuda, sin duda alguna, a adentrarnos en una obra que se titula Instrumental. Jordi Busquets es el responsable de la parte sonora y se merece una felicitación en mayúsculas por su trabajo. Ya solo durante esos minutos, cuando estás ahí sentado preparándote mentalmente para lo que vas a tener que escuchar, uno ya percibe que lo que viene a continuación va a ser algo grande. Partiendo de esa premisa, el resto es solo aguantar la respiración todo el rato y acompañar al actor en su interpretación de las vivencias de Rhodes. La interesante escenografía de Judit Colomer, quien crea un espacio escénico un punto caótico, lleno de reproductores de vídeo, aparatos de música y cables de luz y el uso de diferentes micrófonos bien puede ser una alegoría de la propia vida del protagonista y también esa necesidad de darle voz. Y como telón de fondo, un muro. Una pared de colchonetas de gimnasio donde al inicio de la obra se esconde este Rhodes y que al final de los 85 minutos él mismo transformará, como cada superviviente tiene que hacer para seguir adelante. La iluminación es otro de los fuertes de Instrumental. Raimon Rius ha jugado con intensidades, formas y colores para que no solo sean las palabras las que expliquen ese tormento interior y el intento de superación. Uno de los aciertos: dejar luces abiertas sobre toda la sala en más de un momento para no escondernos tras la oscuridad y aprender a mirarnos a la cara a la hora de hablar de ello.

A nivel artístico, Morales sobre todo y ante todo trata con respeto a los ‘supervivientes’ (como denominan a aquellos que han sufrido abuso infantil). Y no por eso, el montaje deja de tener puntos incluso cómicos. No está reñido. Es más, hay cosas que por su crudeza, sin un poco de humor serían imposibles de explicar a tan pocos metros de distancia. Morales también ha decidido que el actor interprete a Rhodes pero que también sea él mismo explicando a Rhodes (jugando con el síndrome de personalidad múltiple, una de las secuelas sufridas por el mismo a raíz de los abusos) y prácticamente siempre eliminando la cuarta pared. ¿Qué mejor forma de acercar una historia al público, y conseguir que le llegue muy adentro, si no es explicándosela directamente? Tenía ganas de ver a este Morales, y lo he disfrutado tanto…

Finalmente, hay que hablar de Quim Àvila, el único actor de esta pieza. Morales lo define como un intérprete «con unas capacidades técnicas extremadamente disciplinadas y un potencial emocional desbordante». ¡Cuanta razón tiene! Este muchacho se nos mete en el bolsillo desde el minuto 1. Quien puede leer a las personas se da cuenta de que en el hay algo más que un actor interpretando. Técnicamente, impecable. Versátil, si comparamos su Feste en Nit de Reis (descarado, bribón y simpático) y el dulce personaje con la alta carga emocional que representa en Instrumental. Un muchacho al que, cuando termina, te dan ganas de abrazarlo. Y hacerlo muy fuerte. Conmueve, enternece, cumple su objetivo.

Este está siendo un año intenso en lo que respecta a tratar asuntos que por muchos años han sido tabú y que ahora se han convertido en temas centrales de proyectos teatrales. El TOC de Les Impuxibles, La lleugeresa de Ivan Benet y ahora este Instrumental de Morales son claros ejemplos de que se puede (y se debe) usar el poder del teatro para dar voz a ciertos colectivos en ocasiones desconocidos. En este caso en particular, Morales ha aprovechado la oportunidad que le ofreció el Lliure para hacerlo y el resultado ha sido un trabajo sobresaliente.

Cuando la historia se acaba y Àvila destruye por fin ese muro de colchonetas, convirtiéndolo en un camino que él ya es capaz de atravesar, todos somos invitados a caminar con él, a seguirle. Que seamos capaces en la vida de real de acompañar también a esos supervivientes que, usando cualquier medio, han sido tan valientes de hablar. Rhodes, con su historia, no solo está contribuyendo a que muchas personas puedan enfrentarse a su pesadilla, sino que además está ayudando a mucha gente a aprender a tocar a Bach en 6 semanas. Quim Àvila es un vivo ejemplo de ello. Es el regalo final de esta maravilla que ningún presente, estoy segura, podrá olvidar.

Crítica realizada por Diana Limones

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES