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26.06.2019 Entrevistas  
“Que experimenten que el teatro es un espacio de respeto mutuo“

Es hija del famoso crítico de cine Àlex Gorina, y tras haber cursado estudios de Dramaturgia y Dirección, Interpretación y un Postgrado de Teatro y Educación, Alícia Gorina decidió dedicarse principalmente a la dirección teatral. A pesar de su ya largo recorrido, aún consigue sorprendernos con cada proyecto nuevo que presenta.

Le gusta tratar temáticas profundas y sumergirse en los sentimientos más recónditos del ser humano: obras reflexivas y de un calado trascendental, que te dejan hipnotizado durante días. Ahora estrena una nueva obra en la edición de este año del Grec Festival de Barcelona. Una especie de segunda parte de un díptico que empezó con Watching Peeping Tom. En aquella pieza analizaba la mirada del espectador, el peso de la familia y los límites de la ficción a la hora de crear. Ahora continúa con un examen de su trabajo por psicoanalistas y en el que trata la influencia de su madre psicóloga en su universo creativo. Alícia se adentra en In Wonderland y la vamos a acompañar en un paseo por su mundo.

Padre crítico de cine y madre psicóloga. ¿Por qué directora de teatro?
Pues la verdad es que no sé hasta que punto ha sido una elección libre o han influido mis padres y sus trabajos. Puede ser, claro. Pero no lo sé distinguir. Mis padres son como la noche y el día, aunque algunas cosas en común sí tienen y sé que tengo mucha influencia de los dos: de mi padre sobretodo he heredado el trabajo y el esfuerzo (de mi madre también, pero sobretodo de mi padre), y de mi madre la practicidad y la organización. Lo que sí sé es que había estudiado otras cosas antes (filologia, interpretación) pero cuando empecé la carrera de dirección vi clarísimo que eso sí era lo mío, eso sí era lo que quería hacer.

Has dirigido multitud de proyectos a lo largo de tu carrera como directora; ¿con cual dirías que te has encariñado especialmente? ¿Y cual te presentó más dificultades al llevarlo a cabo?
Es difícil decir uno. Todos han sido totalmente especiales y únicos. No puedo decir que con uno me haya encariñado más que con otro. Cada uno ha tenido sus cosas. También todos han tenido sus dificultades, todos. Pero ahora que estoy haciendo In Wonderland y he repasado algunos de mis espectáculos anteriores, me emocioné muchísmo escuchando la música del Assaig Obert The little Jesus y me vino el recuerdo de lo mucho que me costó esa obra. Assaig Obert era un proyecto que tenía el Lliure de Rigola con el Institut del Teatre, donde los recién graduados teníamos la oportunidad de dirigir una obra en el Lliure, con poco presupuesto, pero que era un aparador buenísimo. En este contexto dirigí The Little Jesus. Y sí, fue una obra que me costó muchísimo hacer. Escuchando la música el otro día, casi me pongo a llorar al recordar el proceso. Pero siempre hablo de dificultades individuales; el proceso colectivo ha sido buenísimo en todos los casos. No he tenido ninguna mala experiencia. ¡Y espero que siga así!

En Watching Peeping Tom expusiste una parte tuya personal para que fuera conocida por el público. Ahora, haces lo mismo con tu próximo estreno. En esta especie de segunda parte, revelas ciertas intimidades de tu infancia y adolescencia; ¿qué es In Wonderland?
In Wonderland es el mundo interno de todos nosotros. Y justamente lo que intento decir con estas obras, tanto con Watching Peeping Tom como con In Wonderland, es que cualquier proceso de creación es un proceso personal, donde se expone el mundo interno de los creadores. No se trata tanto de explicar detalles biográficos. Aunque a lo mejor haya alguno, pero para mí eso no es lo importante, sino entender que el material artístico es personal e íntimo.

¿Qué le ofrece al espectador esta experiencia de llegar a conocerte más íntimamente dentro de un teatro?
Lo que espero es que se acerquen al material de manera respetuosa y experimenten que el teatro es un espacio de respeto mutuo.

¿Y qué te ofrece a ti trabajar con la autoficción, como ocurre en In Wonderland?
En realidad no es tan diferente de dirigir teatro de texto ya escrito. Para mí, en realidad es lo mismo. No tengo una implicación diferente en este proyecto que con una obra de texto. De verdad, para mí es tan personal una como la otra. Solo que el público sí que a lo mejor lo lee diferente y eso es lo único que hay que tener en cuenta.

Has subido a las tablas 4 terapeutas que no son actores profesionales. También lo hiciste cuando pusiste a tu padre sobre un escenario con Watching Peeping Tom. ¿Qué destacarías de estos ‘experimentos’ teatrales?
Sí, efectivamente no son actores profesionales en ninguno de los casos. Y tengo que decir que ¡me ha encantado en los dos casos, tanto en Watching con mi padre, como ahora! Me gusta y me sigue gustando trabajar con actores y actrices profesionales y lo seguiré haciendo en futuros proyectos; con ellos puedes hacer otros tipos de trabajos. Pero las personas que no son actores profesionales ofrecen otras posibilidades buenísimas. Con mi padre vimos que, como él tiene un personaje creado en su vida pública, la realidad y la ficción aún se complicaban más. Con los psicoanalistas lo que he visto es que no tienen ningun dominio sobre el ritmo, sobre la empatía con el público. Les cuesta memorizar el texto y las acciones… pero esto crea situaciones inesperadas, únicas, y se consiguen interpretaciones muy muy auténticas. La verdad es que pensaba que vinieran a la obra como psicoanalistas, para al final tengo que decir que hacen de actrices y actores, porque ofrecen unas interpretaciones diferentes a lo que estamos acostumbrados y, ¡no me quería perder la oportunidad de verlo!

Tus temáticas suelen tener un alto contenido psicológico y bucean en la profundidad del ser humano. ¿Qué es lo siguiente que te gustaría hacer? ¿Qué parte de las emociones humanas te gustaría explorar?
Bueno, la siguiente obra va a ser Solitud en el Teatre Nacional y creo que no se aleja para nada de como lo describes: una obra con un alto contenido psicológico que bucea en la profundidad del ser humano. Es el viaje interior de un personaje femenino, Mila, sola en un mundo de hombres, que acaba encontrando su sitio en la soledad real. Me interesa el dolor de su viaje. Pero también su fortaleza.

Entrevista realizada por Diana Limones

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