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25.06.2019 Críticas  
Una Tosca imprescindible

Una de las óperas italianas más célebres de Giacomo Puccini, Tosca, se representa en el Gran Teatro del Liceo con la producción de Paco Azorín que deleitó al público la temporada 2013/14. Una puesta en escena espectacular que apoya a unas grandes voces que nos dejan absortos.

El Gran Teatro del Liceo presenta, hasta el 28 de junio, la Tosca de Giacomo Puccini que Paco Azorín presentó al público barcelonés la temporada 2013/14. Una imponente puesta en escena que, fiel al original, cuenta con la batuta de John Fiore y las magníficas voces de las sopranos Liudmyla Monastyrska y Tatiana Serjan como Tosca, los tenores Jonathan Tetelman y Roberto Aronica en el rol de Mario Cavaradossi, y los barítonos Erwin Schrott y Lucio Gallo como Barón Scarpia.

Tosca es un melodramma en tres actos y libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa que se estrenó el 14 de enero de 1900 en el Teatro Costanzi de Roma. En Barcelona llegaría dos años más tarde, el 30 de marzo de 1902. La última vez que se hizo en el Liceo fue el 25 de marzo de 2014, donde se ha representado 176 veces.

Ahora, el Liceo retoma la versión que Paco Azorín produjo en la temporada 2013/14. Algo que, para los que no pudimos ver el montaje original es una absoluta maravilla pero que, por otra parte, para los que ya disfrutaron de esta producción, no muestra ningún cambio en pro de una nueva producción que sorprenda.

Tosca nos sitúa en la Roma del año 1800, en pleno caos político. El republicano Cesare Angelotti huye de la cárcel para refugiarse en la basílica de Sant’Andrea della Valle, donde el artista Mario Cavaradossi la ayuda a esconderse. El Barón Scarpia, jefe de policía, sospecha que Mario ha ayudado en la fuga de Angelotti y convence Floria Tosca, a quien ama secretamente, que su amado Mario lo ha traicionado. Cuando ella reunirse con él, Scarpia la persigue, captura el pintor y condena a morir. Sólo si Tosca accede a los reclamos sexuales del varón, Mario podrá salvarse. Sin embargo, el destino de los dos estimados será fatídico. Ni Cavaradossi podrá evitar el fusilamiento, ni ella la tristeza y su consecuente suicidio.

Efectivamente, el Gran Teatre del Liceu presenta una puesta en escena clásica a la par que rompedora y libre de parafernalias que nos hagan distraernos de la escena. Una puesta en escena fiel al original que otorga el protagonismo directo a los cantantes y los hace conectar con el público. En su estreno, esta producción fue catalogada como atrevida y de complejidad conceptual. Azorín indicaba que las voces cobran gran parte del protagonismo en esta producción que proyectó. En sus palabras, indicaba: «Yo no opto por proporcionar una monumentalidad épica, sino para ceder protagonismo a los cantantes, acercándolos siempre al público». Y tiene razón, puesto que cada error puede quedar absolutamente expuesto.

La batuta de John Fiore dirige de forma magistral un título que ha pasado a la posteridad por ser una de las óperas más representadas en todo el mundo. Así, disfrutamos de momentos musicales memorables como el aria del segundo acto «Vissi d’arte», donde Tosca canta desesperada raíz del chantaje sexual del Barón, o como el aria para tenor «E lucevan le stelle», donde Cavaradossi asume su fatídico destino. Ambos temas, se convierten en el buque insignia de la ópera y nos dejan con un muy buen sabor de boca. Sobretodo, por parte de Liudmyla Monastyrska (Floria Tosca) quien hace gala de una maravilloso control vocal en proyección y dicción que nos deja asombrados. Lo mismo ocurre con Erwin Schrott (Baró Scarpia) quien nos deja maravillados con su proyección vocal y su buena interpretación del jefe de policía. Por su parte, Jonathan Tetelman (Mario Cavaradossi), nos deja fríos vocalmente, dado que en la séptima fila de platea ya tuvimos dificultades para oírle interpretar; no en los fantásticos y bien posicionados agudos de la partitura, pero si durante toda la ópera. Algo que espero haya solucionado ya que hacían dificultoso el seguimiento de la ópera. Aun así, su interpretación actoral es magnífica y así lo agradeció el público en los saludos finales.

La versión de Tosca que presenta el Gran Teatre del Liceu mantiene el nivel que el gran teatro de la ópera barcelonés ostenta como uno de los principales teatros de este género en nuestro país. Una ópera clásica pero rompedora que debe formar parte (obligatoriamente) de la cartera de espectáculos operísticos que deben verse, como mínimo, una vez en la vida.

Crítica realizada por Norman Marsà

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