novedades
 SEARCH   
 
 

19.06.2019 Críticas  
Retrato de clase trabajadora sobre lienzo de reflexión

Alberto San Juan vuelve al Teatre Lliure con Mundo Obrero. Una obra de autoría propia, dirigida y protagonizada por él mismo, y con música de Santiago Auserón. Estará en el teatro de Gràcia hasta el 30 de junio y es una elección ideal, como mínimo, para todo aquel que se identifique con la clase trabajadora media, o sea aproximadamente el 60% de la población.

Mundo obrero no es una historia de amor sino una pintura al óleo de la clase obrera. Bueno, sí. En el fondo sí es una historia de amor. De amor al teatro, de amor a la música, de amor al prójimo. Y también es la historia de amor de Pilar y Luis. Tú y yo somos Pilar y Luis. A finales del 1800, durante todo el siglo XX y en la actualidad.

Este par de personajes son el hilo conductor de una obra que arranca con las clases del librepensador Francesc Ferrer i Guàrdia y su Escuela Moderna, que sigue con el encuentro con Buenaventura Durruti en bar La Tranquilidad de Barcelona y continúa la historia pasando por la Segunda República, los años del franquismo, las revoluciones obreras, el inicio de la era tecnológica y finalmente nuestra edad actual, donde intentan sobrevivir a la crisis económica del 2008 que aún colea.

Los años pasan, y Pilar y Luis, a lo largo de los mismos, nacen, se enamoran, se reproducen, mueren y vuelven a nacer. Y las cosas cambian a su alrededor; a mejor y a peor. Pero ellos, nosotros, seguimos siendo los mismos. Esta bella idea, San Juan la ha plasmado en un muy buen texto que además contiene, como decía al principio, canciones del puño y letra del gran Santiago Auserón.

La pieza se desarrolla con cierta irregularidad en intensidad, que hace que en algún momento decaiga la atención del espectador. Y hay una pequeña deficiencia en la calidad musical, siendo que está llena de temas para ser cantados. Pero son más los momentos que uno disfruta que los otros. Y, sin dudarlo, Mundo obrero tiene momentos teatrales gloriosos (en mayúsculas). Poder ser vecino de esa reunión de la comunidad y ser testigo de la conversación entre amigos de Alberto y Luis hacia el final de la obra, no se paga con el dinero de una entrada. Son escenas literalmente desternillantes donde se exponen verdades como puños con la comicidad como cómplice.

Las dos mujeres del elenco, Pilar Gómez y Lola Botello, interpretan a Pilar y al resto de personajes femeninos respectivamente. Y, en especial, es loable el trabajo de una Pilar en la que percibes la transformación de los siglos, y que aún y así sigue manteniendo la misma esencia. Pero quiero destacar las interpretaciones de Alberto San Juan y de Luis Bermejo. Bermejo y su vis cómica enganchan desde el principio y su trabajo como actor aquí, no en vano ha sido reconocido con el premio Ercilla. Y San Juan, tanto cuando se pone serio y trascendental como cuando solemnemente se propone hacernos reír, está de excelente. El trabajo actoral, armonizado con las composiciones de Auserón y el sobresaliente trabajo de todo el equipo técnico, en el que destacamos la iluminación de Raúl Baena, que endurece escenas, las palidece o las envuelve consiguen un resultado que vale la pena no perderse.

Siempre digo que estoy enamorada del teatro que se hace aquí, en Barcelona. Pero no quiero perder la oportunidad de ver cualquier cosa que venga de fuera. Es enriquecedor ver otras formas y otras maneras, sobretodo cuando uno no puede viajar cada semana para no perderse lo de aquí y lo de allá. Y además, hay bonus extra: Alberto San Juan te recibe en el vestíbulo del teatro tocando la guitarra junto a un libro editado con el texto de Mundo obrero.

Crítica realizada por Diana Limones

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES