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10.06.2019 Críticas  
No es oro todo lo que reluce

El club aterriza en los Teatros Luchana de Madrid para deleitarnos con una buena dosis de humor y realidad. La obra, con dramaturgia de José Recuenco, se basa en la conversación de Roberto (Ricardo Reguera) y Miguel (José Ramón Iglesias), dos aspirantes a entrar en un selecto grupo de negocios que promete mejorar su situación financiera.

Los dos personajes se conocen por primera vez vestidos de traje en la sala de espera previamente a la entrevista para la que han sido citados y este será el lugar en que transcurrirá toda la acción, conformado por tres butacas y una alfombra. En una hora y media, los dos desconocidos, que en principio muestran su timidez e indiferencia, terminan por conocer los pormenores de su vida, por sincerarse sobre sus trabajos y sus relaciones, trabando incluso una verdadera amistad y aprecio el uno por el otro ante el desenlace.

La obra no solo reflexiona sobre la interacción entre seres humanos, sino también sobre problemas en la sociedad actual como el uso abusivo del teléfono móvil, en el que parecen escudarse al comienzo de su encuentro. Ambos esperan una llamada o un mensaje de Federico, uno de los fundadores de este club, lo que, además, despierta la competitividad y el recelo entre ellos.

Destacan escenas sorprendentes y divertidas que crean vínculo entre Roberto y Miguel, más solos y ansiosos de una amistad de lo que piensan. Uno de los momentos más disparatados del espectáculo tiene mucho que ver con el maletín de Miguel, y hasta aquí puedo leer. De este mismo maletín, saldrán objetos cotidianos que invitarán a la conversación y las confesiones entre la anécdota más trivial y el tema más profundo, serio o doloroso del pasado: desde una caja de galletas de coco que la exmujer de Roberto solía comer o un reproductor de música con los Rolling Stones. Poco a poco, los personajes terminan por especular sobre los miembros y las instalaciones del club del que desean ser miembros y por comentar detalles escabrosos que han escuchado. Incluso Roberto se animará a confesar su problema con la calvicie.

El club es una comedia, pero una comedia muy creíble y muy humana, sin olvidar la dosis de disparate correspondiente. Se trata de una obra que expone los aspectos más surrealistas de nuestra realidad, especialmente el tema de la ambición y el dinero, por el que los personajes pueden llegar a hacer cosas increíbles, o más bien ridículas. Merece mucho la pena, sobre todo por el trabajo de los actores. Acérquense a verla.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

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