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03.05.2019 Críticas  
#BenetOsetAdventures

Ivan Benet quería escribir. Aida Oset quería interpretar. Querer: verbo preponderante en el desenlace que ha resultado de esta unión. La lleugeresa i altres cançons es una pieza refinada, presentada como thriller musical, que se podrá disfrutar hasta el 12 de mayo en la Sala Beckett de Barcelona.

Benet quería escribir sobre cosas que le rondaban la cabeza. Sin ser una historia real, sí tenía pendiente un agradecimiento al colectivo de enfermeras por el trabajo que hacen desde su, siempre injusta, invisibilidad inspirado en una experiencia personal. Y, además, le gusta leer. Así que tras recibir el impacto de las palabras del filósofo contemporáneo Gilles Lipovetsky en De la légèreté, donde se habla de la ligereza de estos tiempos y sus contradicciones, decide mezclar ambos conceptos y empezar a escribir junto a su amigo Víctor Borràs. Han conseguido un texto original y moderno, un monólogo interior que le llaman, con citas del filósofo y con canciones, y que mantiene perfectamente el pulso teatral.

Oset tiene un tremendo potencial. Es una artista multidisciplinar, formada en interpretación, música y danza. Tiene su propio grupo de música, Nuu (un soplo de aire fresco y diferente que es de agradecer hoy). Y, como actriz, ha trabajado en cine, televisión y teatro. A priori, podría estar muy satisfecha. Pero Oset quería más. En ocasiones encasillada, tiene la necesidad de demostrar su valor interpretativo en algo que la hiciera dejarse la piel.

De ahí nace La lleugeresa i altres cançons. La historia de una enfermera que, tras un suceso que ocurre en el hospital donde trabaja, se ve encerrada en casa y luchando para salir del hoyo en el que ha caído. Y contando y cantando, nos explica su penosa escalada. En algunos momentos, traspasaremos sin permiso la puerta cerrada de su casa. En otros, abrirá su puerta ella misma y nos dejará entrar. Así, hasta llegar al principio del fin. Un lugar en el que el teléfono móvil, los mensajes, las listas, las repeticiones y las obsesiones se convierten en constantes de su vida y donde ella misma se da cuenta que es un sitio del que tiene que salir. La lleugeresa habla de la invisibilidad. Invisibilidad hasta que fallas, que es donde comienzas a aparecer. Habla de la enfermedad mental. Y del encasillamiento (con su maravillosa analogía de la tortilla de patatas). Oset interpreta cierto punto de locura, la alegría, la tristeza, el vacío interior, la necesidad de crear… Se luce de arriba a abajo y está fantástica. Su capacidad es evidente, pero también hay que decir que el toque Benet al dirigirla se percibe en más de un momento. Con su experiencia como actor y la calidad de sus interpretaciones, ha podido aportar muchas cosas al otro lado, el de la dirección. Y los temas musicales, compuestos por ella misma, son un toque de distinción y un regalo a los sentidos. Pinceladas oníricas que crean un estado entre la realidad y la ilusión. La Oset puede dar todo esto y ella lo sabía. Y a mí, me apetecía mucho confirmarlo.

Para ser justos, hay que decir que todo y todos los que han rodeado este proyecto también han hecho muy bien su parte y han contribuido, indudablemente, a su éxito. Primeramente, Víctor Borràs, como decía antes, coescribiendo junto a Benet. También, Teatre Nu (de Sant Martí de Tous) produciendo la obra. Además, la escenografía de Clàudia Vilà sobre suelo blanco, pragmática y funcional pero precisa, que recrea en los mismos espacios casa y hospital, estudio de música y habitación de pacientes y vestidor y sala de interrogatorio. Y la iluminación de Ganecha Gil Gràcia que transporta al blanco y frío ambiente del mundo sanitario, los oscuros del universo interior o los rojos y verdes cabareteros de los momentos musicales, permitiendo incluso jugar a cálidas sombras chinas. Finalmente, los músicos que han colaborado con Oset, el resto del equipo técnico y en general, una larga lista de agradecidos que han sido partícipes también.

La lleugeresa i altres cançons es teatro necesario. Si hace poco decía lo propio del TOC de Les Impuxibles que se ha visto en esta misma sala hace unas semanas y que también trataba de la enfermedad mental, ahora digo lo mismo aquí. Es un trabajo muy bien hecho. Y como es algo que surge del deseo y la necesidad, ha quedado redondo. Y, eso, merece ser visto por la gente que ama el teatro.

Solo me queda decir que, por favor, vayan a verla. Lo digo en serio. ¡Ah! Y una cosita más: directores de teatro, recuerden que aquí está la Aida Oset.

Crítica realizada por Diana Limones

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