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10.04.2019 Críticas  
Stai guardando?, bravo!

Por suerte, ha prorrogado su estancia en Nave 73, Tiziana de Javier Corral, un montaje sobre el origen de la tragedia de Tiziana Cantone, para hablar sobre los tabús, la (in)cultura de Internet, el sexo y el estatus de la mujer en él.

Hace unos años, Tiziana decidió acabar con su vida tras el acoso recibido tras la difusión, y posterior viralidad de un video en el que aparecía practicando una felación a su pareja del momento. Como todo suceso anecdótico, en estos últimos tiempos los memes, los videos reacción, los juicios gratuitos y el acoso personal y por redes, abocaron a Tiziana a cambiar de vida, y tristemente a acabar con ella.

Javier Corral, al cargo del texto, dirección e interpretación (aunque yo asistí a una función con Joseba Priego), ha querido intentar dar luz a quién es el culpable del uso que damos a la redes, de la cultura del acoso, el cual tiene grandes altavoces en todas las plataformas de información, y hasta en programas de televisión de gran audiencia donde se invita al pueblo a juzgar y dar su «opinión de mierda» sobre cualquier tema de actualidad. Actualmente el ascenso de cierto partido político de polémico credo, a base de mofa y vilipendio, está recibiendo tal popularidad sin ser ellos mismos quienes «hagan campaña»; la publicidad gratuita puede llegar a ser así de peligrosa.

Dominga Bofill se encarna de dar vida a la joven Tiziana, mostrando al público la faceta pública de una persona, que es esta mujer, sirviendo como ejemplo, aunque todos nosotros podemos encontrar en nuestro entorno (o hasta nosotros mismos), casos de exhibicionistas, gente sobrexpuesta en redes, cuya imagen, pocas veces cercana a su vida real, tiene relación con lo que se pide de nosotros, con lo que demanda el mercado. Cuantos más centímetros de piel, índice de masa muscular, y poderío en los atributos sexuales, mayor proyección, difusión y popularidad se alcanza.

Tiziana grita en los mensajes a Sergio (su ex novio), rectifica al minuto, se pavonea con sus amigas, y realiza un directo a golpe de cadera y movimientos pélvicos. Se espera de ella que sea sexy, que se comporte como lo que hace en el video, dejando de ser una persona física para ser un personaje, una fantasía. Bravo.

La dramaturgia de Javier Corral se expresa en primera persona, y solo en el tramo en el que interviene Joseba Priego, como presentador sensacionalista, y después como Sergio, «el novio», Tiziana interactúa con otra persona: rompe la barrera virtual para llegar a la física, esa que no admite que nadie se esconda tras un seudónimo o pretenda ser alguien que realmente no es. Fueron ese tipo de personas no físicas, escudadas en el anonimato y la valentía que este entrega, los que humillación tras humillación, hicieron que las defensas de la joven fueran tan débiles que ella prefiriese dejar de ser una persona de carne y hueso, para dejar de existir, como única opción al descanso y la persecución.

Me es imposible negar que esperaba encontrarme con una «hermana pequeña» de la tremenda Jauría, del teatro Pavón Kamikaze, por su similitud en múltiples aspectos con el acoso, exposición, juicio, y exponiendo una vez más el trato al que es sometida la mujer, utilizada como sujeto sexual pasivo, con la doble vertiente de considerarla libre y poderosa, y a su vez, por eso mismo, una casquivana.

Tiziana se pierde en su discurso, en varias etapas, y el mensaje que comienza con fuerza, exponiéndonos el caso, y su final, termina divagando en un universo onírico como un paseo por el purgatorio de Cantone. El programa de televisión adquiere una faceta ilusoria cuando acercarlo a lo real hubiese considerado lo más acertado, jugando con el público a formar parte de ese juicio mediático, con su merchandising y su mensaje viral: porque quizás en este caso, no nos consideramos parte del suceso, o de la mofa, pero no nos tenemos que ir muy lejos para encontrar en nuestras redes sociales, a golpe de un leve «scroll down», algo que puede llegar a acabar como lo hizo Tiziana.

Dominga lleva todo el peso dramático de la obra, y su momento más lúcido, con el monólogo en el que Tiziana va perdiendo los dedos, es precisamente el comienzo de ese alejamiento de la realidad que nos/me aleja de la propuesta y me hace desconectar. Joseba Priego funciona mejor desenmascarado, aunque esta parte sea la menor aportación, pero funciona perfectamente como contrapunto a Dominga en esa danza coreografiada por Mario Coccetti.

El espíritu de Tiziana sigue vivo, como la lucha actual de su madre por lograr que la sombra de su hija desaparezca para siempre de Internet, ese ente cuyo poder puede ser utilizado tanto para el bien como para el peor de los males. Reflexionemos ante lo que hemos presenciado, que es la mayor aportación de este proyecto, concienciarnos del uso que damos de la información, y la imagen que damos o pretendemos dar al mundo.

rítica realizada por Ismael Lomana

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