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31.03.2019 Críticas  
Tetas que nos ‘alisan’

Rosa J. Devesa un día decidió abandonar su profesión para escribir teatro. Tuvo el valor que no todos tenemos para perseguir un sueño. Y escribió La teta lisa. A través de su propia compañía SaludARTE se estrenó y se programó en diferentes ciudades de la geografía española y ahora ha vuelto al teatro La Vilella para repetir en Barcelona.

Este es un texto escrito para una sola voz, en forma de monólogo que interpreta Cybele Bufille y es una pieza de ficción inspirada en el testimonio de muchas mujeres que han tenido que sufrir una mastectomía tras el diagnóstico de un cáncer de mama. La obra recorre la vida de una mujer que trabaja como conferenciante de obras de arte, especialista en Leonardo da Vinci. Además del éxito laboral del que disfruta, en el ámbito personal hace lo que le da la gana, se divierte, disfruta de salir con sus amigas y tiene a su ex-marido a sus pies. Todo esto la hace verse a sí misma como un ser superior, algo déspota e inconsciente de ciertas realidades. Un día recibe el anuncio de su diagnóstico y la cirugía, los tratamientos, el golpe con una realidad que ni conocía ni le preocupaba la desestabilizará y la transportará a mundo que no podía ni imaginar.

La teta lisa se ha escrito en clave de humor, pero que de forma muy sensible muestra los diferentes procesos físicos y mentales por los que las mujeres en esta misma situación tienen que pasar. Pero además, lo hace con sensibilidad y buen gusto. Es un acercamiento a unas experiencias que, afortunadamente, muchas no hemos pasado pero que no está de más conocer. Y sobretodo, y más importante, nos ayuda a entender e intentar (y digo intentar) ponernos un poquito en el lugar de las que sí lo han vivido. El montaje pasa por los momentos previos al diagnóstico, las segundas opiniones médicas, la cirugía, los tratamientos y, a la vez, nos va mostrando paulatinamente los cambios psicológicos y personales que Olivia (así se llama nuestra protagonista) experimentará. Un recorrido vital que nos muestra de nuevo algo que ya sabemos, pero que no está mal recordar: hasta de lo malo se aprende.

Siendo un pequeño formato se valora lo bien que Ricardo Devesa ha jugado con la escenografía. Con tan solo 3 estanterías de ruedas y unas cortinas ha conseguido un ropero, un tocador, una consulta médica, un escáner de TAC o una cama de hospital. La iluminación de Quique Culebras también es esencial aquí para crear los diferentes espacios y hasta los estados de ánimo por los que va a pasar Olivia. Y Dani Campos se encarga de la música que, sobretodo en algunas escenas (como el momento discoteca, que dicho sea de paso es tremendamente divertido), consiguen una ambientación completa y real.

El trabajo de Buffile bajo la dirección de Laya Martí es muy bueno. Aunque echamos de menos un poco más de constancia en el ritmo de la exposición del texto, la realidad es que queda muy superado con la interpretación sincera y, sobretodo, con la calidad en la transformación del personaje que ambas mujeres han trabajado desde el principio hasta el final. Buffile consigue hacernos creer tanto a la déspota como a la mujer destrozada y la progresión de ese cambio la vemos en su lenguaje facial, corporal y hasta en las inflexiones de su voz.

La teta lisa es uno de esos pequeños proyectos que se hacen desde el cariño y desde el respeto hacia un colectivo que padece, pero que es valiente. Y eso se percibe en todo el montaje. Además de que está muy bien que se toquen ciertos temas que durante mucho tiempo fueron tabúes de la historia femenina y que se normalicen y salgan a la luz. Si, además, le sumamos que todo esto se consigue en la primera dramaturgia de la Devesa, solo me queda decirle que sin dudarlo esperamos una segunda, una tercera y todas las que quiera más.

Crítica realizada por Diana Limones

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