novedades
 SEARCH   
 
 

20.03.2019 Críticas  
Bailando la ruptura

Amorodioamor es el grito de Greta, la historia de una ruptura desde una perspectiva íntimamente femenina. El monólogo, interpretado por María Miguel y dirigido por Coralia Ríos, forma parte del Ciclo Creativas: Mujeres Creadoras que se desarrolla este mes de marzo en Sala El Montacargas de Madrid.

En escena, un melón, cojines, una mesita con champán, una percha con varios trajes y varias sillas que forman un círculo, en que se sentarán algunos espectadores. Greta irá mostrando sus diferentes capas a medida que cambia sus atuendos en escena, involucrando al espectador en los recuerdos sobre Albert, con quien sabremos que ha compartido diez años de su vida, su familia y sus sueños.

El unipersonal combina el relato de la protagonista con proyecciones y música e incorpora técnicas de la performance, como el uso del micrófono. Asimismo, utiliza las luces y sombras provechosamente, exponiendo la confusión del personaje y sus pensamientos más recónditos. Al comienzo, vemos una mujer afectada; me abraza cuando me siento en el patio de butacas y susurra: “Gracias por venir; no estoy bien”. A continuación, la protagonista bailará al ritmo de las canciones más diversas y transformará el dolor en alegría, en orgullo y también en rabia, que descargará sacudiendo los cojines contra la pared. El melón, que en principio acariciará y manipulará como si se tratase de Albert, terminará transformándose en un cúmulo de frustraciones hacia el estallido final.

Toda una mezcla y explosión de sentimientos contradictorios, como la vida misma, opuestos, como lo eran ella y Albert. Entre baile y baile, destaca el momento en que baila con Fred Astaire, proyectado en la pantalla al fondo del escenario. Con este gesto, tan inesperado y sorprendente como mágico, entramos de lleno en el mundo y la mente de Greta, en sus ilusiones más profundas.

Ya en el meollo, la protagonista repartirá entre los espectadores, en el patio de butacas y en las sillas a su alrededor, sus recuerdos en forma de fotografías; acto seguido, el escenario se convertirá en el vagón de tren en que se conocieron o en el salón de sus padres durante la cena de Nochebuena. Nosotros participaremos activamente en su viaje emocional y en la reconstrucción de su historia de amor con Albert entre Madrid y Barcelona. De hecho, Greta dirigirá sus discursos y mirada a los espectadores sentados a su alrededor sobre el escenario, que, por momentos, se convertirán en su madre, en su padre y en Albert. También compartiremos copas de champán con ella mientras nos pregunta qué significa el amor para nosotros o cuáles son las ventajas de una relación duradera.

Greta se pasea por el escenario, se tumba sobre él y despliega toda una serie de imágenes poéticas, sobre todo metáforas marítimas, sobre la separación y el encuentro con su ex amante. Especialmente bello es el momento en que las proyecciones psicodélicas de colores cálidos acompañan el relato de la protagonista sobre la noche de amor con Albert en un hotel de Zaragoza; la descripción detallada y gráfica de los procesos y sensaciones físicas trasciende hacia el plano espiritual, de comunión entre los sexos, de pura unión, en todos los sentidos, a medida que la protagonista camina entre la pantalla y el velo anterior, incluyéndose casi en la proyección.

Amorodioamor es una historia honesta, cruda, tragicómica, llena de preguntas, de intercambio entre actriz y espectadores, de autoconocimiento y, en ocasiones, de exhibicionismo; la reflexión sobre una relación y los problemas que no quisimos ver cuando acontecieron; la lucha de una mujer idealista y soñadora en su intento por conciliar sus impulsos y gran vitalidad con el mundo que la rodea, por encontrar el equilibrio hacia una cierta serenidad consigo misma: “Los pies en el suelo y los brazos en el aire; eso es lo difícil”, murmura Greta hacia el final del espectáculo.

El monólogo se enriquece con las aportaciones y reacciones de los espectadores. Todo puede pasar. ¿Renacerá Greta después de este episodio que ha sacudido su mundo y su existencia? ¿Recuperará su autoestima? ¿Reconocerá sus errores? ¿Seguirá temiendo a la soledad? ¿Se darán Albert y ella una segunda oportunidad? Lo que sí sabemos es que va a bailar, y mucho. No se pierdan el trabajo de María Miguel y este cúmulo de emociones fuertes. Reirán, empatizarán, se sonrojarán y abrirán la mente.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES