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06.02.2019 Críticas  
La mujer que quiso ser planta

La actriz argentina Marina Fantini protagoniza Enterrada, una obra poética y un tanto absurdista de una mujer que se ha mimetizado con su pequeño jardín, creando así su pequeño universo. Este espectáculo unipersonal, escrito por Fantini y Lisandro Outeda y dirigido por Adrián Canale, se representa dentro del IV Ciclo de Teatro Rioplatense en El Umbral de Primavera.

Un círculo hecho plantas; en su centro, el cuerpo semidesnudo de una mujer tumbada, como muerta, cuyas extremidades comienzan a desentumecerse lentamente al ritmo de la música experimental de Tian Brass. Todo un halo de misterio envuelve el comienzo de la función, y lo que seguirá. Los dedos de su mano izquierda caminan por el escenario mientras el resto del cuerpo se mantiene como inerte. Buscan ansiosos una copa, el alcohol, que la obligará a despertarse, a incorporarse finalmente.

Cecilia, el personaje protagonista, está sola en la oscuridad de la noche; en el sonido de una radio se adivina una voz masculina que la interpela. Ya lo dijo al levantarse de su lecho de tierra, que nadaba entre «las burbujas de su pasado». A ello le sigue la desconexión casi total del mundo exterior y un discurso sobre sus recuerdos de infancia, de su abuela, entre los que destaca su predilección por la dama de noche, una planta que solo se abre de noche y, adivinamos, es su referente.

¿Está Cecilia viva o muerta? Más bien en pleno trasplante, y «transplantarse duele», dice; la protagonista ha elegido la soledad, el cambio, ¿el futuro renacer, quizás?, tras una ruptura. El desamor, el dolor, la desesperanza rodean su (no) existencia. Cecilia ríe y llora, se resigna y espera, es ironía y profundidad, es rebeldía y desgana, es delirio y cordura, es la contradicción pura, la ansiedad de la quietud.

Enterrada es un espectáculo reflexivo y dinámico; un montaje sobre los procesos de cambio, que pone al mismo nivel la vida y la muerta, el nacer de y regresar a la tierra; es también la historia de una mujer valiente, capaz de habitar lugares intermedios y procesos necesarios, de regresar a la raíz de sus conflictos, nunca mejor dicho. Fantini realiza un trabajo impecable, creando un personaje sumamente original y complejo, una criatura mágica y terrenal de la noche, indescifrable por momentos, que posee una mirada sumamente sugestiva, que nos transporta a otro mundo, que nos ilumina a través de la palabra y los recovecos de su pensamiento. Una obra profundamente sensorial para ser admirada, disfrutada y paladeada.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

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