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26.01.2019 Música  
FITUR Es Musica: Parte 1

Primer dia de la primera edición del FITUR Es Música. Entre antidisturbios, bomberos, dos taxistas en huelga de hambre, e incertidumbre sobre cómo volver a casa con este panorama, se escuchan los graves que salen del pabellón 1 de IFEMA, así que Carpe Diem. Que empiece ya.

Día de la muchachada trapera y rapera. Es viernes, su cuerpo lo sabe, y sus padres, quizás no, porque ordas de infantes púber poblaban la taquilla, pidiendo impresos para autorizarles el acceso un mayor de edad al cargo: “Tía, llama a tu abuelo si no te acuerdas de su DNI”.

Ojo Último tiene toda la responsabilidad de inaugurar el festival a las 19.30 sharp. Minipunto para FITUR Es Música por ser el primer festival puntual de la historia. Bases de electro-cumbia convierten el escenario en un ring donde el colectivo escénico que colabora con el grupo, se parte la cara literal (con guantes de boxeo) para animar un set brillante en la selección, deslucido por un público impasible, que solo jalea a los púgiles.

“Hacerme ruido por favor. Asi asi, ole ole!” Albany, siguiente en pisar el escenario. “Si voy a morir, prefiero matarme”, postulando por vivir rápido y dejar un cadáver bonito. Morir joven, pero enamorada como una perra, son los mensajes de los dos primeros temas del set. Amor romántico tóxico, de ese al que todos nos enganchamos como si fuese a ser el último tren. El tercer tema “se lo dedico a mi Máma”, es quizás su mejor tema, ‘Una Menos’, con gran tirón e incomprensiblemente ausente de la radiofórmula. Pasando de hacer una lectura racional de sus temas, Albany canta lo que se nos pasa por la cabeza a muchos, aunque espero que su influencia sobre su público objetivo sea tan vaga como la importancia que estos le dan a cualquier cosa, porque su mensaje emo trapero y perreo parkinero puede ser bastante nocivo (Esto ha quedado muy yayo comment. Soy viejoven). Aún le queda por calar, pero lo hará. O no.

Y “muertito de la pena” salta One Path al escenario, con unos graves que retumban por todo el pabellón. Sobre el escenario es como si vieses al hijo de la Mari, la del 4ºC, que el chico nunca quiso estudiar pero mira qué bien le ha ido al final, con los quebraderos de cabeza que le ha dado a la pobrecilla. Baladas rapeadas, composiciones sobre bases pop, y falso acento latino. Hasta el momento, el público responde, como atestiguan sus 102.000 oyentes mensuales en Spotify. Sus letras hablan de amor incondicional, billetes de colores, y noches pensando en lo que haría con ella: soft trap o rap latinizado en ocasiones. Fantaseo con lo que deben sentir las chicuelas al escuchar “si me encierran, que sea por amarte”. Ay l’amour fou! El relato de su pesadilla doméstica, en la que ella no le deja salir de la cama porque le agarra como un koala, se mueve entre la ternura extrema y el Suspiria de Guadagnino, referente instantáneo a la primera escucha.

Ecuador de la primera jornada y Cruz Cafuné llega para despertar a Madrid. Las tablas se notan, y todo el setlist está diseñado para lucir su trayectoria y sus himnos instantáneos. El “pelete” que dice que lleva sintiendo desde el martes que está en la ciudad, comienza a desaparecer canción tras canción, pero el feed de Instagram, compartir stories, y fumar sin parar, parece que es lo único que mueve a esta audiencia. Lo dicho, qué duros que son los millenials. Cruz Cafuné ha estado encantador, centrado en el público, pendiente de los estribillos “y no hay más, solo quiero el oro (…), solo quiero el podio” y se lo lleva.

“Aquí estamos en casa! Vamos a gritar para que salga! DENOM! DENOM!” Denom rapea en casa y eso se nota. Letras que nacen en las tripas y rugen a través de la garganta; temas sobre criarse con chicos de la calle, pasar noches de insomnio mirando la pantalla del móvil, y recordando los ecos de las broncas en casa con las que creció. Rap de barrio: rap rap, vamos. Show de luz tenue, de “quítame este foco de luz directa y méteme unos rojos o un rosa”. “BLANDO! ÑOÑO!” grita un gigantón de dos metros entre el público. Denom arrodilla al público, les hace saltar, se sumerge entre la masa, y le alzan en hombros para destacar sobre la marea de cabezas que se balancean con el cuello roto de dar cabezazos al ritmo de la música.

Otros que juegan en casa, cabezas de cartel, y ahora ya si, el público ha despertado con Natos y Waor. Asi que de esto iba todo esto… Versos soltados con la mandíbula floja, con chulería castiza. “No estoy borracho, estoy lleno de alcohol”, y el público ruge. En realidad ellos dan mas miedo que asco, más allá de las cinco, como cita su canción: dos tipos con aspecto de macarras que jalean al público entregado. Tienen lo fórmula del éxito, y me resulta llamativo que pudiese citar al menos seis raperos mediocres pero célebres, de Estados Unidos, y no poder citar ni cinco del panorama patrio, sin caer en errores por mezclar estilos. Qué mal nos vendemos y qué talentazo que tiene este duo, con una calavera à la “X Tour” con proyecciones, presidiendo el escenario.

Abandono masivo tras el despliegue de medios y entrega de los madrileños, y para los que tienen más aguante, llegan los Zombie Kids a los platos, con una sesión para continuar con el flow rapero, pero aderezado con ritmos latinos: salsa, merengue, cumbia, remezclados con bases y beats de los setenta y los noventa, pasando por el ‘Booty’ de C Tangana y Becky G, y terminando con una ranchera, como broche a esta primera jornada del FITUR Es Musica.

Crónica realizada por Ismael Lomana

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