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25.01.2019 Críticas  
Más vale malo conocido…

Tras su paso por el Teatro La Latina este pasado verano, Dos más dos llega al Teatro Lara de Madrid. Olga Iglesias, Maite Pérez y David Serrano han sido los encargados de adaptar al teatro el guión de la película argentina del mismo título escrito por Daniel Cúparo y Juan Vera. Pérez y Serrano son, además, los directores de esta entretenida versión teatral.

Es sábado a media tarde. La Sala Cándido Lara está llena. El ambiente festivo de la obra contagia al espectador, que se convierte en el público de una entrega de premios. Los dos arquitectos y amigos protagonistas, Tomás (Álex Barahona) y Adrián (Daniel Guzmán), se llevan un galardón. Por fin se abre el telón: los dos amigos festejan su triunfo brindando junto a sus respectivas parejas, Silvia (Kirá Miró) y Julieta (Miren Ibarguren). La trama comienza inmediatamente, cuando Tomás y Silvia anuncian que practican el intercambio de parejas y son muy felices.

Desde el minuto uno, surge el contraste entre ambas parejas, lo que, en algunas ocasiones, deriva en un humor facilón y predecible. Adrián y Julieta llevan casados más tiempo que Tomás y Silvia y tienen un hijo en común. Ante la declaración de sus amigos, su aparente estabilidad termina por romperse; Julieta cree que su matrimonio ha caído en la rutina y están en crisis e insiste en que quizá deberían probar el intercambio de parejas para salvar su relación. Llamémoslo búsqueda, aburrimiento, curiosidad, competición, envidia o simple influencia de los otros.

A través de las conversaciones, los personajes desvelan sus formas de vivir y sentir, sus creencias y prejuicios, generando debate sobre la importancia y el valor del sexo y el amor, sobre las diferentes concepciones del egoísmo y la generosidad en una relación. La iluminación de Felipe Ramos contribuye a crear el clima de intimidad y, mediante los claroscuros, las pequeñas rendijas de luz, se averiguan los inconvenientes y daños del intercambio. Si bien estos personajes son casi arquetipos, la pareja aventurera, apasionada y flexible frente a la pareja seria, calmada y rígida, los actores realizan un gran trabajo a la hora definir y moldear su personaje a su gusto, sus recursos y vis cómica, añadiendo características y rasgos complejos.

Destaca la labor de Daniel Guzmán como Adrián, personaje de familia conservadora, que se resiste a probar el intercambio, en quien reside el peso de la acción y la posible profundidad de la obra. Guzmán, que ha dirigido recientemente la adaptación al teatro de la película Perfectos desconocidos, conoce y domina el gesto, los silencios, la reacción sorprendente, la mueca nerviosa, el tartamudeo leve y el juego de palabras y, me atrevería a decir, la improvisación, acostumbrado a deleitarnos con personajes cómicos, un tanto patéticos, como aquel mítico personaje de Roberto en Aquí no hay quien viva.

Entre escena y escena, se introducen momentos liberadores, pequeños sketches a un ritmo trepidante que funcionan como flashbacks de las experiencias de Julieta y Adrián en las fiestas de intercambio de parejas y provocan la carcajada general. Kirá Miró y Álex Barahona se transforman en personajes ridículos, extravagantes, caricaturescos, que escandalizan a Adrián y desmienten la versión de su amigo Tomás sobre la normalidad de las fiestas y sus participantes. Cabe mencionar la acertada escenografía multifuncional de Mónica Borromello, que hace de salón, de cine, de lugar de reunión y de oficina, facilitando al secuencia de escenas y la aparición de nuevos personajes, especialmente a través de las dos puertas en la parte superior del escenario.

Agilidad de los diálogos y las escenas, cuatro actores televisivos con química y temática sexual-amorosa es una combinación ganadora. Dos más dos es una obra entretenida y desenfadada para aquellos que deseen reír y divertirse, no apta para los enemigos del realismo en el teatro o los amantes de un humor excesivamente inteligente, que hace que nos replantearnos y pensemos sobre la monogamia, la motivaciones y consecuencias de nuestros impulsos y decisiones en las relaciones de pareja, las presiones sociales, la imagen de la pareja ideal y el bombardeo de opciones en el mundo digital actual.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

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