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11.01.2019 Críticas  
¡Viva el arte!

La compañía Els Joglars ofrece en el Teatro María Guerrero de Madrid el espectáculo Señor Ruiseñor, escrito y dirigido por Ramon Fontserè sobre la figura del pintor, dramaturgo y escritor catalán Santiago Rusiñol.

La historia de Señor Ruiseñor gira en torno a Santiago Rusiñol (1861-1931), un destacado personaje del mundo intelectual y bohemio procedente de una familia burguesa catalana que dedicó su vida a la pintura y a escribir teatro y poesía. Debido a sus constantes dolores se volvió adicto a la morfina, droga que tiene mucha relevancia en sus vivencias y en el espectáculo puesto que las alucinaciones producidas por el potente analgésico sirven para que la compañía teatral Els Joglars construya una mordaz crítica sobre la Cataluña actual frente a la España que representó Rusiñol.

La obra es una sátira que lleva al extremo el mundo independentista que estamos viviendo actualmente y que nos provoca una profunda reflexión en la que es obligatorio dejar de mirarse el ombligo para levantar la vista y observar todo lo lejos que nos alcance la mirada.

Desde el patio de butacas disfrutamos de un estupendo elenco compuesto por Ramon Fontserè, Juan Pablo Mazorra, Rubén Romero, Pilar Sáenz, Dolors Tuneu y Xevi Vilá. Todos ellos funcionan con una brillante ejecución donde sobresale la interpretación del también director y escritor de este espectáculo. Se nota que saben atrapar a un público completamente entregado durante los 90 minutos que dura Señor Ruiseñor, arrancan carcajadas y un buen puñado de enérgicos aplausos e incluso gran parte de los espectadores acaba poniéndose en pie.

El buen trabajo que observamos sobre las tablas se ve reforzado por la sobria escenografía -a cargo de Anna Tusell-, la iluminación -trabajo de Bernat Jansà– y la música -a manos de David Angulo-. Ocupando todo el escenario hay una circunferencia inclinada permite a los actores moverse ágilmente de un sitio a otro dando lugar a bonitas coreografías en las que se sirven de diversos elementos que nos ayudan a entender mejor ese humor tan característico de esta maravillosa compañía de teatro fundada en Barcelona. Además, una pantalla gigante sirve para proyectar imágenes que acentúan lo que se está representado mientras música y luces se encuentran en armonía con los personajes.

Es una lástima que, como asegura Fontserè, no tengan ninguna respuesta de los teatros de Cataluña – en su gira posterior sólo tienen una única función en Canovellas, una localidad de Barcelona- y que esta crítica mordaz llena de ingenio no se represente más por falta de lugar y público. Qué afortunados somos los madrileños por poder disfrutar de ella hasta el próximo 27 de enero en el Teatro María Guerrero.

Ay, cada vez tengo más claro que el teatro es una forma maravillosa de reflexionar sobre todo lo que nos rodea.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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