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28.11.2018 Críticas  
Vertiginosa ¿comedia? social

El Escenari Joan Brossa acoge la nueva propuesta de Dúo Fácil y Líquido Teatro. Tras la sorpresa de Y me morí volvemos a encontrarnos con un equipo que en Bollywood, Bombay, Barcelona da un salto considerable para adentrarse en el teatro social manteniendo unas señas de identidad arrolladoras.

¿Cómo es la vida en Barcelona para un inmigrante? ¿Tienen cabida sus sueños en nuestro día a día? ¿Se puede conseguir a partir de la broma que el calado sea tan profundo como vasto, recóndito, reflexivo y trascendente? Rotundamente sí. Nos situamos ante una pieza importante por varios motivos. En primer lugar, por la consolidación del estilo propio de una compañía que nos vuelve a robar el corazón. También por su voluntad de crecimiento al enfrentarse a una dramaturgia más compleja y arriesgada. En este sentido, Marc Rosich ha realizado una labor consciente de las posibilidades tanto del material que se trae entre manos como de los artistas que lo van a desarrollar. Un texto escrito a partir de la experiencia personal. Varias historias que de algún modo hilvanan el recorrido y desarrollo de los tres personajes protagonistas (y de tantos otros) hasta ofrecer un retrato actual de nuestra sociedad. Barcelona, Cataluña, España, Europa… (no necesariamente por ese orden o todo a la vez). El retrato puede parecer una payasada pero resulta certero a más no poder. ¿Qué significa ser de aquí o de allí? ¿Y ser de allí estando aquí? ¿Y ser de aquí mirando hacia allí desde el rellano de al lado? Otro factor importante es que nunca tendremos la sensación de encontrarnos ante una pieza fragmentada aunque sí en constante cambio y con una capacidad para sorprender al público espectacular.

Diversión y reflexión. Emoción incontestable. La dirección de Juanjo Cuesta-Dueñas denota un pulso firme y audaz para la comedia y el gag sin perder nunca de vista el trasfondo. Es más, propiciándolo y magnificándolo hasta el infinito. Humor entendido como la exageración del drama. La tragicomedia aplicada a lo social para escenificar la no correspondencia entre lo ilusorio y lo real. El respeto a partir de la perseverancia en lo que imaginamos surgió a partir de la improvisación y que finalmente se plasma y crea un lenguaje propio para la propuesta eminentemente teatral. La rigurosidad y seriedad de una pieza que hace de la broma su máxima expresión. Y un trabajo con los intérpretes tan asombroso como excepcional que consigue que el retrato sea tanto de los que miramos como de los que son observados, ya que esta doble línea de comunicación se incluye como otra de las grandes señas de identidad de la propuesta, hasta conseguir que el ciclo del mensaje (emisor-código-canal-receptor) sea completo y recíproco.

Como sucedía con su primer espectáculo, Bollywood, Bombay, Barcelona no sería lo mismo sin Francesc Marginet, Abel Reyes y Marc Tarrida. Es un auténtico placer y un verdadero privilegio ver cómo adecúan su repertorio expresivo para dibujar a los personajes concretos. La imagen que nos crearemos es tan verosímil y vívida precisamente gracias al dominio de una aproximación tan coordinada como milimétrica y extremada (aunque parezca improvisada). Su aproximación a la lengua resulta tan matizada como remota. Absurda y maravillosa. El trabajo físico enérgico y vigoroso en todo momento. Para el espectador esto es de agradecer, ya que la hipnosis que nos provoca contemplar tan meritoria labor no evita la emoción y la entrega absolutas sino que las potencia. Su entendimiento y acompañamiento en escena es rotundo y los tres aprovechan muy bien el desdoblamiento en varios personajes de Marginet (brutal en todas sus aportaciones) y Tarrida (emotivo e hilarante, grande su progresión dramática) mientras que Reyes se convierte de algún modo en un excelso narrador protagonista. Enormes intérpretes que aportan un considerable valor añadido a nuestra cartelera teatral.

Juntos consiguen que la escenografía de Jairo Fuentes y Violeta Ollauri brillen todavía más si es posible. No hay limitaciones de espacio cuando el talento y la imaginación emanan a borbotones. Y aquí esto sucede desde el primer momento. Un espacio pequeño como pequeño es el piso en el que viven los protagonistas. Una utilización dramática del mismo adecuada y magnífica. Parece mentira cómo los intérpretes utilizan los elementos escénicos difuminando e integrándolos en la función a partir de su movimiento escénico. Junto al diseño de luces de de Antoni Font y el vestuario de Fran de Benito, las tres disciplinas se integran perfectamente en la dramaturgia de un modo muy especial. La ambición bien entendida de la puesta en escena se salda con un éxito rotundo, dotando a la propuesta de un ritmo vertiginoso y favoreciendo los cambios de registro y de personaje de un modo tan estrafalario como arrollador y siempre favorable para que el resultado final sea óptimo.

Finalmente, Bollywood, Bombay, Barcelona desencorseta el teatro social de cualquier idea aproximativa preconcebida. Una función que juega un ambicioso pulso en el que la combinación de experiencia personal, respeto hacia el fenómeno migratorio y la comedia más alocada vencen en favor de un espectáculo que consolida a sus creadores. Sin ninguna duda, su perseverancia en un estilo propio ha encontrado un fiel compañero de viaje en Rosich. Un sello importante dentro de nuestro particular pasaporte escénico. Esperamos con ganas el próximo destino.

Crítica realizada por Fernando Solla

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