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12.11.2018 Críticas  
Desmontando a Charlie

El Umbral de Primavera, en su afán por acercar buen teatro global al necesario circuito Off, programa un interesante estudio sobre todo lo que no has leido, escuchado o buscado sobre un señor encerrado de por vida por ser el cerebro de uno de los crímenes más escalofriantes del siglo XX, convertido en icono pop antes por lo monstruoso que por lo meritorio: Charles Manson.

Qué empujó a Eduardo del Olmo, autor e intérprete de Mr. Manson: Una Pesadilla Americana, a aprovechar su residencia en el Susan Batson Studio de New York, gracias al programa Fulbright para las Artes, es quizás tan enigmático como la vida y demás obras del sujeto de estudio, Charles Manson; aunque el público sale ganando por esta curiosidad o fascinación por un criminal, para desgracia, ha estado y estará en el foco público y el imaginario popular por ser la mano mano invisible que apuñaló, golpeó, asesinó y cometió un infanticidio en el 10050 de Cielo Drive. Esta historia, todos nos la sabemos, y el próximo proyecto de Tarantino versa sobre ello; pero Olmo nos presenta aquí los orígenes de Charles Manson, el pequeño Charlie, de dónde vino, cómo creció, y cuáles pudieron ser las (nada justificables, según mi parecer) causas ambientales que gestaron este monstruo pop.

Quizás un estreno en su lengua original (el inglés) hubiese dado la fortaleza que este «one man show» requiere, pero ello hubiese provocado una espantada general, para nosotros, público español, que tan poco practica la VO, más que para el postureo en Tinder. Eduardo del Olmo levanta un montaje que quizás no apabulla en cuanto a lo innovador de la propuesta o el estilo interpretativo, pero que remueve en la audiencia el gusanillo «portera» por saber cosas sobre este sádico artista y criminal iluminado por los viajes de LSD y las secuelas mentales que su uso a lo largo del tiempo le debieron generar.

Del Olmo es Charlie niño y Charlie adulto, saltando los años en los que este poco tuvo que contar (me ahorro spoilers, y así vais a investigar vosotros. Del Olmo es Mamá Manson, y Charles Manson, perdiendo la inocencia y la fe en la bondad de su entorno, que le empujó a crear una familia propia a los que él mismo renombró, porque la familia es la que uno elige, y no la que por desgracia en su caso, le tocó. Los cambios de registro de Eduardo del Olmo son bruscos, violentos y sin transición apenas, lo que llega a desconcertar, pero nunca saca al espectador de la falsa autobiografía de Mr. Manson.

Viendo a Del Olmo persona, y Del Olmo actor (entiéndase esto), marca el punto de inflexión del intenso trabajo interpretativo y del trabajo de inmersión que Eduardo realiza. La cercanía con el público da sentido a ver la locura a la vez que un velado grito de ayuda en los ojos de Charles/Eduardo. Mr. Manson: Una Pesadilla Americana es el montaje que merece ver en primeras y últimas funciones pues el germen del mal que trasluce el texto y el personaje, seguro que da nuevos matices en un segundo acercamiento, una vez que Charles está totalmente interiorizado y cual Venom, comienza a fagocitar al actor para que solo el mal se manifieste en el exterior.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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