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31.10.2018 Críticas  
“¿De qué sirve un filósofo que no hiere los sentimientos?”

El pasado 25 de octubre acudía a Yelmo Cines para ver una película; pero no una película cualquiera. Lo que tocaba disfrutar era Robe. Bienvenidos al temporal, un filme con extractos de los conciertos que el artista extremeño ofreció en su gira del año pasado.

Esta aventura cinematográfica refleja la nueva etapa artística de Robe Iniesta, una carrera en solitario que, de momento, ha dejado dos álbumes: “Lo que aletea en nuestras cabezas” y “Destrozares, canciones para el final de los tiempos”.

Durante las dos horas de película, se suceden canciones extraídas de estos dos álbumes además de un glorioso guiño a “Material defectuoso” penúltimo disco de Extremoduro, grupo del que ha sido líder durante más de treinta años. En esta ocasión queda lejos el rock transgresivo que desata la locura del público y que nos ha hecho brincar en más de una ocasión a los que somos amantes de una de las bandas más importantes e influyentes del rock nacional. Por el contrario, se da paso a un trabajo íntimo que muestra la versión más poética de Robe, donde la distorsión de la guitarra eléctrica deja paso a los violines y donde el público ya no acaba empapado de cerveza sino que se dedica a admirar a un poeta y músico vestido con ropa suelta y colorida que habla del amor y de la vida.

Desde nuestras butacas vemos cómo se funden los conciertos ofrecidos por el músico en el Wizink Center de Madrid, el Palau de la Música de Barcelona y el Teatro Romano de Mérida. Los escenarios más emblemáticos de España acogen a Robe y a los cinco músicos que le acompañan: David Lerman -bajo, saxo, clarinete y voces-, Alber Fuentes -batería y voces-, Álvaro Rodríguez Barroso -piano, teclados y acordeón-, Carlitos Pérez -violín y voces- y Lorenzo González -voz y bajo- todos ellos moviéndose por el escenario con total libertad y demostrando los grandes músicos que son.

No son iguales todos los escenarios que aparecen en la película. El de Madrid nos muestra un abarrotado Winzink Center que otorgó un espectacular concierto a miles de personas pero que poco o nada tiene de intimidad, que es lo que transmite el trabajo en solitario del artista extremeño. El escenario de Barcelona –que tiene poca presencia en la película- nos muestra un precioso lugar con un público algo irrespetuoso que llegó a desesperar a Robe en determinados momentos. Y, por último, el mágico escenario de Mérida en el que Bienvenidos al temporal me seduce completamente; es como si cada verso de sus canciones o cada acorde de su guitarra estuvieran en completa armonía con las columnas del Teatro Romano y con la luna llena que desde arriba también disfrutaba del espectáculo. Un ambiente especial que no se saborea en los otros escenarios y que nos regala imágenes preciosas gracias al montaje dirigido por Diego Latorre.

En esta ocasión yo no estaba en ninguno de esos tres lugares pero encuentro ciertas similitudes con el Palau de la Música de Barcelona. Una vez empezada la película, las interrupciones fueron constantes entre los espectadores que no paraban de entrar y salir de la sala entorpeciendo el visionado de esta genialidad. Robe tampoco se habría sentido cómodo aquí y habría llamado la atención a alguno, como hizo en Barcelona.

Sobre el repertorio, confirmar que Robe va mostrando el setlist habitual de la gira que incluye algunos temas que crecen en directo como la espuma: “Querré lo prohibido”, “Nana cruel”, “Donde rompen las olas”, “De manera urgente”, “Por encima del bien y del mal”, etc… para acabar con un “Si te vas” que nos coge de sorpresa, puesto que es el único tema de Extremoduro que podemos ver en la película.

En definitiva, Bienvenidos al temporal es la oportunidad de reencontrarse en el cine con Robe Iniesta. Ay, que la música se pueda disfrutar en la gran pantalla es algo maravilloso. ¡Quiero más!

Crítica realizada por Patricia Moreno

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