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22.10.2018 Críticas  
Terapia cuestionable

La Sala Guirau del Teatro Fernán Gómez se transforma en un sanatorio mental. Atemporal, blanco, tenso y misterioso. Habitado por un amplio espectro de pacientes y capitaneado con mano dura por la enfermera Ratched. Jaroslaw Bielski repite el montaje basado en la novela de Dale Wasserman que ya puso en pie hace unos años.

Hablar de Alguien voló sobre el nido del cuco trae inevitablemente a la memoria las escenas de Jack Nicholson. Ese es el peligro que corren muchas novelas llevadas al cine con éxito en su paso a las tablas de un escenario. Es difícil para el espectador hacer el esfuerzo de borrar las poderosas imágenes de la gran pantalla. En el caso de Alguien voló sobre el nido del cuco es inevitable la comparativa. Una función compleja que requiere dureza y que en algunos momentos transita peligrosamente a la parodia. La Dalia Films, productora de cine, está detrás de esta apuesta teatral. Se nota la intención de crear un ambiente cinematográfico. Las proyecciones y la escenografía son muy de cine y en ello hay está el acierto de la propuesta. El complicado escenario del Fernán Gómez no hace sufrir al conjunto. La iluminación y el amplio espacio están bien aprovechados, con mención especial a un vestuario firmado por Fede Pouso y Almudena Bretón, que sitúan la acción en un tiempo indefinido, entre la guerra fría y la ciencia ficción.

Hace ya más de una década este montaje pudo verse en Madrid, con mismo director y mismo protagonista. Pablo Chiapella como Mc Murphy, mucho antes de su estrellato televisivo como vecino de Montepinar. Pablo es carismático, pero juega en su contra el marcado rol de su personaje en la serie de televisión. Muchas de sus intervenciones son recogidas por el público como chascarrillo cómico, siendo precisamente lo contrario. Ni mucho menos creo que sea un error de casting. Pablo está tremendo, pero el peso de su archiconocido personaje televisivo le hace flaco favor, pues acaba llevando al público a un camino equivocado, provocando que la tensión que rezuma la obra quede diluida entre risas.

Mona Martínez es la temible enfermera Ratched. El porte de Mona la acompaña, y su rictus la hace magnética. Ojalá Mona se prodigara más por los escenarios pues es todo un lujo disfrutarla. Acompañan a Pablo y Mona un amplísimo elenco que da vida al caleidoscopio de dolencias y desequilibrios de los internos. Alejandro Tous, Niko Verona, Rodrigo Poisón, Fernando Tielve, Emilio Gómez, Manuel Tiedra, Manuel Teódoulo, Ramón Valles, Carmen Ibeas, Javier Sáez, Chechu Moltó, Sergio Pozo e Iris Rico. Si bien un amplio reparto siempre es excitante, en este caso lastra el ritmo. La duración de la obra es ya de por sí amplia, y quizá algún recorte en alguna de las intervenciones y escenas ayudaría a reducir la duración y a mantener la tensión hasta el sobrecogedor desenlace.

Alguien voló sobre el nido del cuco pretende poner el foco en la fina línea que decide quien está loco y quién no. En una sociedad contaminada por el dominio de unos sobre otros es complejo decidir quién está en pleno uso de su razón y libertad. ¿Es más humano el loco o el que decide quien lo está? ¿Es más libre el que ejecuta una lobotomía o el paciente tratado? A la salida el debate se tercia. Volar sobre el nido es la elección.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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