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17.10.2018 Críticas  
La Llamada; o ese fenómeno del que ya soy fan

Que Madrid está lleno de musicales de gran formato cuyo éxito es desbordante, es algo que todos sabemos (para muestra El Rey León y su 8ª temporada). Pero también hay otros musicales, de pequeño formato, que sobresalen entre los grandes. La Llamada es uno de ellos. La verdad, deben quedar pocos jóvenes madrileños que aun no hayan sentido su Llamada en el Teatro Lara.

La Llamada es un musical que podemos catalogar como fenómeno fan. Es cierto que Operación triunfo (OT 2018) ha ayudado a que la locura se engrandezca y se disperse. Que «Los Javis» se han vuelto más conocidos gracias al programa y a su serie Paquita Salas. Y que algunos de los actores que ocupan el musical han llegado directos de la última hornada de OT 2018; véase su protagonista Nerea Rodríguez. Pero no nos engañemos, La Llamada era un éxito antes y lo sigue siendo.

Acudí al musical en mi última visita a Madrid, casi de casualidad, al primer Miércoles Llamander. El musical realizaba funciones de jueves a domingo pero desde principios de octubre se han hecho también con las noches del miércoles para contentar a los fans que se agolpan en las puertas del teatro. Conseguir entradas para ver el musical en el último minuto es imposible, por lo que debes planificar tu vida con varios meses de antelación. En serio, o planificas, o no ves el espectáculo; os lo digo por experiencia.

Y no me extraña, La Llamada es musical enérgico, loco y divertido. Todo empieza con la lenta entrada al Lara que se vuelve una odisea de lo más graciosa. La cola de entrada sube por la Calle Corredera Baja de San Pablo dirección Gran Vía sin que puedas ver el fin. Tras entrar, ya nos encontramos a los chicos del campamento, La banda de Dios, repartiendo el programa del musical y dándonos la bienvenida al campamento mientras los más fans más acérrimos visitan el puesto de merchandising. Siendo el primer Miércoles Llamander, un día especial, pude ver a espectadores ataviados con todo lo necesario para disfrutar del musical. Camiseta, pantalón e, incluso, los calcetines del Campamento La Brújula se paseaban por el hall del teatro.

Una vez sentados, el musical empieza rápidamente de una forma espectacular. En La Llamada no se andan con chiquitas y la máquina de humo está muy bien aprovechada en cada función con cada aparición de Dios. En su característica escalera y bajo una nube blanca, aparece por primera vez Raoul Vázquez (OT 2018) quien realiza su estreno en el musical. Él será el encargado de interpretar el papel de Dios en las funciones de los miércoles de octubre.

Para quien no haya acudido aún, en el teatro, a diferencia de la película que casi todos hemos visto en Netflix, el musical se inicia con la llamada de Dios a Maria. Asustada, Maria se esconde bajo las sábanas hasta que Dios desaparece y Maria se da cuenta de la hora. Ella y su amiga Susana llegan tarde a la fiesta que tienen que acudir. Sus amigos se han ido y tienen que coger un taxi. Y ahí es donde toda la historia empieza a liarse. No voy a dar pie a contar más historia ya que, si el lector es fan la conocerá y, si no lo es, ¡no tienes perdón de Dios!. Nunca mejor dicho. Acude al Lara y no te la pierdas.

Sinceramente nervioso, Raoul da inicio al espectáculo cantando por primera vez a Maria (Nerea Rodríguez). Es cierto que es su estreno en el musical y, posiblemente, su primera vez en el género; por lo que actuó de la forma más comedida y ensayada. Por otro lado, versionar canciones de Whitney Houston es temiblemente respetable y comprendo el nerviosismo del cantante en un estreno con un teatro lleno hasta la bandera y una alta expectativa de los fans. La presión no podía ser peor y el cantante la supo llevar a la perfección. Aún todo lo que el estreno suponía, Raoul Vázquez estuvo más que correcto. Pisando con seguridad e, incluso, ya más tranquilo hacia el final, jugando con su compañera Nerea.

Por su parte, su compañera de cartel, ya más experimentada en las tablas (ya que viene de estudiar teatro musical y empezó varios meses antes en el musical), se lleva de calle el personaje de Maria. Efectivamente, cada Maria es diferente y la de Nerea Rodríguez no es tan comedida como la de Macarena García. El personaje que encarna Nerea es algo más nervioso y menos interiorizado. Su forma de interpretarlo es muy teatral, algo necesario en escena ya que no tenemos una cámara que pueda apreciar todos los cambios susceptibles y, gracias a ello, notamos todos los cambios en el personaje. Aun así, en algunas ocasiones el personaje queda demasiado histriónico cuando nos gustaría verlo más comedido. Pero he de decir que en el conjunto funciona a la perfección.

Ahora, si hay dos personajes que hacen al musical grande, son Susana (Lucía Gil) y Milagros (Erika Bleda). Ambos son los dos caramelitos que te llevarás en el subconsciente solo salir del teatro y con los que te plantearás volver a comprar una entrada con intención de repetir. Lucía Gil borda el personaje de Susana desde la primera escena. Chica joven, de campamento, pasota a más no poder, madrileña de pro y con una vida alocada que admiramos y tememos. Su primera escena es maravillosa. No escatima en detalles y su vertiginosa actuación hace que te enamores de ella rápidamente. Es curioso cómo vemos todos los estadios tan bien diferenciados en el cambio de personaje pasando de la chica más fiestera a la más preocupada.

Por otro lado, nos ocurre lo mismo con Milagros (Erika Bleda). La ternura que desprende es tal que quieres levantarte a abrazarla en más de una ocasión. Por otro lado, Erika borda el papel de la monja novicia comprometida pero preocupada, con ganas de fiesta pero comedida por su hábito, capaz de contentar a todos pero no a ella misma. Erika nos da una lección magistral de cómo un personaje puede ser interpretado con total seguridad y no ver a la actriz en ningún momento en escena. Aún sigo maravillado con esa facilidad para cambiar de pensamiento, ese acercar el personaje al público para que lo adoren, lo veneren y lo quieran; por que Milagros es un personaje que te cala. Quieras o no, lo vas a amar. Magnífico ejercicio cómico en la conversación de la litera de arriba con Maria. Esa escena es mágica, divertida y necesaria para la psicología, no solo de Maria y sus cábalas con La Llamada, sino para conocer aún más la psicología de Milagros.

No me quiero dejar a Bernarda (Alicia Orozco), un personaje que ayuda a María (a su forma) a entender lo que Dios quiere de ella. Escéptica al principio e ilusionada como la que más al final, Alicia Orozco presenta un personaje recio y chapado a la antigua con ideales de mejora y acercamiento a la juventud. Un acercamiento añejo que necesita cambiar y no sabe cómo hacer. Para ello, utilizará una canción del estilo Mocedades que le funcionaba en los 80 no puede dar resultado con chicas fans del electro-latino. Su búsqueda por la innovación es lenta pero puede que sepa encontrar su propia llamada. Realmente, si no fijamos en el conjunto final, cada personaje tiene un final marcado por su propia llamada. Si bien es cierto que Maria recibe la llamada de Dios (hilo argumental del musical), cada personaje tiene un cambio interno muy marcado, un punto de inflexión que podemos considerar su propia llamada.

Por otro lado, me gustaría dar crédito a La Banda de Dios (Rubén Tajuelo, Sergio Flecken, Ángel Herranz, Ismael Prado, Sergio Marqueta, Carlos Pérez, Jaime Vaquero, Ignacio Villafruela). Una banda rock que nos transporta musicalmente a los lugares donde transcurre la acción de una forma maravillosa. Nunca me cansaré de agradecer que un musical apueste por música en directo. Gracias a ellos sentimos La Llamada más cerca.

Por último, debo nombrar a David Mínguez (iluminación), Andrés Ayuso (sonido), Ana López Cobos (vestuario), Ana Garay y Antonio Castro (escenografía), por su gran trabajo. Las luces y el sonido son insuperables para un teatro de tal tamaño y una escena tan limitada. El vestuario en sí es perfecto, sin pretensiones; lo justo y necesario. Y la escenografía es sencillamente fantástica.

Debo decir que con La Llamada disfruté mucho. Fue algo que tenía ganas de ver, ya que hacía tiempo que viajaba a Madrid y no encontraba la forma. Finalmente lo conseguí y no me arrepiento en absoluto. Es más, estoy organizando mi agenda para volver lo antes posible y llevar a amigos y familiares conmigo. Yo sentí La Llamada y la disfruté de una forma inesperada. ¿Lo has hecho tú?

Crítica realizada por Norman Marsà

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