Inaugura el Teatro Real su temporada 18/19 con una ópera de riesgo. Faust de Charles Gounod con escenografía de La Fura dels Baus. Un montaje que apabulla en lo escénico y reconforta en lo musical. Una ópera compleja a la par que disfrutable. Un excelente arranque de temporada que deja sabor intenso y regusto excelso.
Faust, hastiado de su existencia y del mundo que le rodea pacta con Méphistophélès. Quiere la eterna juventud y disfrutar de unos deseos y experiencias de los que se ha privado durante su larga vida. La joven Marguerite es su objetivo. Lo que Faust no calcula es que Marguerite le pueda rechazar. Cosa que ocurre y desencadena la trama de engaños de Méphistophélès. Finalmente la joven accede a las pretensiones de Faust. Embarazada de él, este la abandona provocando el oprobio hacia la bella joven, que solo hallará consuelo en el asesinato de su hijo y su posterior muerte.
Estrenada en 1859, se podía haber recurrido a un planteamiento clasicista de la ópera. Recurrir al imaginario de La Fura dels Baus es un acierto. El universo diabólico que rodea la historia. Pactos con el maligno, deseo por encima de la ética y la razón. ¿Quién mejor que Àlex Ollé para recrear ese imaginario imposible? Si bien recurre a recursos ya usados por La Fura, no falta los tanques de agua que se convierten en sangre, estos lucen con majestuosidad en el escenario del Teatro Real. La recreación de la iglesia es sublime, con ese cristo crucificado que es el mismo Diablo disfrazado. Grandiosidad en escena, que asombra pero no ensombrece todo el poder musical de Faust.
Mención aparte para el vestuario diseñado por Lluc Castells, que ha imaginado hooligans y soldados armados. Voluptuosas féminas de pechos exagerados, legiones de enfermeras sacadas del mismo Blade Runner. Un derroche de imaginario al servicio de la brillante escenografía.
A nivel musical la orquesta bajo la batuta del maestro Dan Ettinger consigue fluidez y homogeneidad. Potencia cuando es requerida y suavidad certera en otros momentos. Un deleite y ovación merecida Ettinger que debuta en el Real con este Faust. No se queda atrás el coro del Real que una vez más demuestra su calidad y versatilidad.
El segundo reparto tiene a Ismael Jordi en el papel de Faust. Se desenvuelve con tremenda naturalidad y seducción. Voz potente y saber estar para un papel complicado en más de un fragmento. Erwin Schrott es lo que se necesita para ese deslenguado Méphistophélès. Porte atrevido y potencia vocal. Irina Lungu como Marguerite dulce y desgraciada. Emocionantes sus intervenciones tanto en solitario como en el conjunto total. El resto del elenco notable en su conjunto.
Se disfruta este Faust descubriendo bellísimas melodías que se ocultan en esta ópera. Sin ser Faust una de las óperas más conocidas, se enmarca en el conjunto de óperas clásicas de obligado conocimiento. Esta propuesta del Real es sin duda un regalo para llegar a disfrutar no solo de una ópera magnifica sino de uno de esos montajes que se recuerdan largo tiempo. Todo un viaje futurista de la mano de un clásico inmortal.
Crítica realizada por Moisés C. Alabau