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17.09.2018 Críticas  
Haciendo historia de la historia

Diez años atrás Lehman Brothers se declara en bancarrota. El tsunami económico de aquella caída se sintió y sigue sintiendo hoy en las resentidas economías mundiales. La crisis resultante nos golpeó a todos de una manera u otra. Lehman trilogy en los Teatros del Canal es un impresionante repaso a la historia de la familia Lehman. Un relato y un ejercicio teatral sobresalientes.

A Sergio Peris-Mencheta no le van los retos pequeños. Hace dos temporadas nos impresionaba con el mastodóntico montaje de La Cocina en el CDN. Ahora se atreve con Lehman Trilogy, el texto de Stefano Massini que es pura acrobacia teatral. El texto que suele ser un éxito allá donde se representa requiere de un conocimiento perfecto de la narrativa escénica. Se puede hacer minimalista como lo fue en Barcelona hace unas temporadas y ahora en Londres bajo la dirección de Sam Mendes con solo tres actores, o se puede hacer espectáculo con tintes de musical que es lo que ahora nos propone Peris-Mencheta. Un circo de tres pistas que es puro ingenio escénico y actoral.

Todo rueda a la perfección en Lehman Trilogy. La escenografía de Curt Allen es de esas que debería estudiarse en las clases de teatro. Un ingenioso instrumento que hace las veces de tienda de telas en la Alabama de finales del S.XIX a la cadena de montaje de la Ford, de Nueva Orleans a la bolsa de Nueva York. Un giratorio que recuerda a una caja de música o al tren del terror del parque de atracciones. Iluminación y vestuario impecables para contar una historia que dura más de cien años. 120 personajes con cara y ojos que aparecen y desaparecen al más puro estilo circense. Apabullante y frenético vaivén que asombra, divierte y se paladea con sublime gusto.

Seis actores que multiplican y multiplican sus roles. Que tocan instrumentos y cantan (excelente aportación de Ferrán González y Xenia Reguant) ¿Se puede pedir más? Solo se podría pedir que el texto indagara un poco más en la caída de Lehman Brothers, pero claro, en ese momento ya no había ningún Lehman genuino al mando.

Leo Rivera impecable, sarcástico, socarrón. Víctor Clavijo que se merienda el segundo acto: no es suerte ¡es técnica! y menuda técnica desprende el señor Clavijo. Darío Paso suelta la armada pesada en el tercer acto, inconmensurable en el twist. Pepe Lorente y su manejo de la voz, tremendo y divertido. Aitor Beltrán compone decenas de personajes con precisión quirúrgica y Litus Ruiz simplemente lo borda. No se puede destacar a uno por encima de otro. La palabra reparto coral cobra sentido en este increíble y apabullante montaje. El engranaje es perfecto y no desafina en ningún aspecto. Ni la larga duración de la obra, que pudiera echar para atrás a algunos espectadores es motivo de queja. Las tres horas son una, es tal el despliegue que no hay momento para el aburrimiento. Hay tanto y tan bueno en lo que fijarse, es tan trepidante y sorprendente la historia que el parpadeo se prohíbe.

El proceso de creación de este obrón merecería un documental. Ver las tripas de esta maravilla puede ser de un disfrute igual o mayor que sentarse a disfrutar de ella. Sergio Peris-Mencheta y su barco pirata tienen un sello inconfundible y es un sello que gusta. No quedan entradas para ninguna de sus fechas en los Teatros del Canal. La gira sigue por España, si ven llegar los carromatos de Lehman trilogy no lo piensen dos veces y acérquense al espectáculo redondo. No dudo que a Madrid volverán. Teatro así merece ser visto y gozado.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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