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17.09.2018 Críticas  
Emoción a raudales en el inicio de temporada de la Sala Beckett

El pasado viernes la Sala Beckett inició su Temporada 2018-2019 con un concierto especial de la pianista y compositora Clara Peya. Un concierto mezcla intimista, electrónico y con alto juego dramatúrgico que hizo que el público asistente rompiera en aplausos haciendo que Peya saludara un total de cuatro veces y realizara dos pequeños bises.

La Sala Beckett iniciaba el 14 de septiembre su Temporada 2018-2019 con un concierto especial en manos de Clara Peya. La pianista y compositora presentó un formato de concierto que encajaba perfectamente con la identidad en la sala Barcelonesa: multidisciplinar, ecléctica y rompedora. Acompañada de Guillem Albà y Aida Oset; Peya creó un concierto especialmente concebido para la ocasión con la colaboración de Judit Colomer.

Clara Peya se auto-denomina como una compositora feminista y combativa que abarca la intensidad de diez personas juntas; algo que no puedes dudar si la has disfrutado en concierto. Peya fluye a través del piano con una fuerza nunca vista en un escenario. Juega, se divierte, se abre al público y lo desafía haciéndole apreciar con sus piezas emociones que puede que nunca haya sentido en un concierto. Porque si nunca has visto a Clara Peya en concierto, no sabes lo que significa sentir. Sabe jugar muy bien el papel que convierte un concierto intimista a pianos (en plural) en uno provocador, reivindicativo y desgarrador.

Sus conciertos son emoción pura y nos lo pudo demostrar el pasado viernes. Apareciendo en escena con tez seria y sin zapatos (algo usual en sus actuaciones), Peya empezó a tocar con una lentitud inusual para emerger con esa fuerza que la caracteriza. Ternura, afección, emoción a raudales en piezas únicas con sonoridades arriesgadas. Demostrando su maestría en experimentación, utilizó diferentes pianos para introducir elementos sonoros que acompañaran las piezas así como sus manos deteniendo la vibración de las cuerdas o un collar para dar una sonoridad más metálica a la pieza. Algo que sorprendió a gran parte del público.

Junto a ella, pudimos disfrutar de Guillem Albà quien apareció en un par de piezas de la noche. En la primera (la más destacada), apareció para realizar un pequeño número con una marioneta que hizo reír a todo el público pero que, sobretodo, le sorprendió ya que la marioneta cobraba vida de una forma fantásticamente real. El momento de desmayo mientras la marioneta trata de arrastrarlo por el suelo fue sencillamente extraordinario.

Conocemos a Guillem Albà por sus espectáculos de clown en los que la locura desborda el escenario y se transmite al público como un torrente de felicidad que todo lo arrasa. Pero también hemos podido disfrutar de otra parte más poética del actor en su espectáculo Trau. En él, Albà mostraba una parte suya muy diferente a la que el público conoce. Algo más íntima. Este año podremos disfrutar un poco más de esta desconocida faceta cuando, junto a Clara Peya, presenten Pluja en la Sala Beckett.

Por otro lado, también pudimos disfrutar de la presencia de la actriz Aida Oset quien visiblemente nerviosa en su inicio realizó un ejercicio de contención para regalarnos uno de los momentos cantados más mágicos de la noche. Junto a un pequeño teclado y un micrófono interpretó junto a Peya una canción que dejó al público boquiabierto. Maestría en las notas altas, aspiradas, con ese aire impregnado y mágico que rozaba un cielo bocal y nos impregnaba con una belleza que erizaba el bello.

Ambos, Albà y Oset, realizaron actuaciones memorables que quedaron altamente destacadas en nuestro subconsciente; algo difícil de conseguir en un concierto tan marcado por la arrolladora presencia de Peya.

Sin duda, este año, la Sala Beckett se ha superado en su fiesta de presentación. Sencilla, directa, intimista… sentida. Un conjunto de adjetivos que encajan perfectamente con lo que nos espera esta temporada en la sala Barcelonesa. La temporada ha empezado. ¡Viva el teatro!, ¡viva la música!, ¡viva el sentimiento!. ¡Viva la cultura!

Crítica realizada por Norman Marsà

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