novedades
 SEARCH   
 
 

20.07.2018 Críticas  
Dos plantas de humanidad en dosis familiares

El Grec Festival 2018 nos acerca desde Broadway Humans, una obra en la que Mario Gas asume la dirección de un texto de Stephen Karam con un Premio Tony a la mejor obra de teatro y finalista al Premio Pulitzer en la categoría de teatro en 2016.

Y con estos grandes nombres cargados a sus espaldas, Humans no quiere más que mostraros la esencia humana, compleja en su definición, pero de la manera más natural y espontanea, sin rodeos ni tapujos, tal como es, en su contexto más simple y esencial, la familia.

Para que esta pequeña ventana, que permitiría a un ser ajeno conocer los comportamientos y sentimientos del ser humano y que para nosotros no sería más que un espejo en el que vemos reflejados nuestros miedos y alegrías más comunes, pueda cumplir su función, no se han necesitado hechos extraordinarios ni situaciones extremas, sino que se recurre a algo tan cotidiano como una cena familiar. Y es precisamente esto, lo que hace que podamos llegar a vernos en sus personajes. Sin embargo, la cotidianeidad de la escena no resta intensidad a su temática, que va oscilando principalmente entre la salud, el amor y las relaciones humanas y la economía, es decir, los tres grandes temas que preocupan a las personas de manera más inmediata.

Los Blake, son una familia de clase media estadounidense y por eso, continuamente, la inquietud respecto a la economía y a la estabilidad laboral, se va vislumbrando a lo largo de la gran conversación que los miembros de esta familia mantienen. Por otro lado, la salud o la falta de ella, un asunto también recurrente, nos muestra la fragilidad del ser humano que depende enteramente de este factor y que pese a haber podido conseguir muchos otros logros, al carecer de ella, se relativiza todo lo demás. Por eso, a veces, es también un tema que llega a querer eludirse, en pos del ánimo general; aunque a veces es inevitable, ya que por ejemplo, los achaques de “Momo”, la abuela, interrumpen la trama y acaparan el protagonismo en algunas ocasiones. Además, la pérdida de su memoria recuerda al resto de personajes como las personas, a veces pierden grandes pedazos de su humanidad al irse desbaratando su propia identidad y sus recuerdos.

En Humans, encontramos un retrato muy realista de las diferencias generacionales en el concepto de lo moral, lo religioso, lo correcto y lo incorrecto y también en las prioridades en la vida y la relatividad de los diferentes problemas. Estas diferencias, poco a poco se van filtrando en el guión y crean pequeñas tensiones a través de pullas y comentarios, que poco a poco se amontonan y se filtran en el ambiente, creando cada vez una atmosfera más densa y más incómoda. Pese a todo ello, el amor y los lazos familiares no dejan de estar presentes y se convierten en el elemento de optimismo y esperanza que nos va arrancando alguna que otra sonrisa y que permite a los personajes dejar de lado sus diferencias por algunos instantes y las convierten en un coro que se aúna en una melodía que les hace sentirse unidos.

A pesar del gran realismo de la obra y de que siempre se encuentra cercana a lo corriente, también hay una cierta persistencia por parte de algunos personajes en lo onírico, dando así un poco de lugar para el misterio que simboliza el miedo del ser humano a lo desconocido, al futuro o a veces, simplemente enmascara terrores más profundos, para los que no hay cabida en las conversaciones más livianas o concretas.

Por otro lado, cabe mencionar que se ha sido muy fiel al guión original y por eso, en ámbitos de lo concreto, Humans está completamente teñida de toques de la cultura norteamericana y eso puede verse muy claramente en todos los detalles de la obra, desde los nombres, hasta en la manera de ver el trabajo o los estudios y puede que esto de alguna manera, aleje todo ese realismo que tan bien calca la realidad americana del público local. Aunque, si bien es cierto que todos estos elementos tan concretos pueden ser distintos en cada cultura, la esencia humana que se quiere relatar sigue quedando bastante intacta.

El montaje escenográfico también ha sido my fiel al original, y al correrse el telón, podemos ver un impactante apartamentito de dos plantas al más puro estilo neoyorquino, con todo lujo de detalles en el que confluyen escenas tanto en el piso superior como en el inferior, pero siempre con una claridad y un equilibrio en el protagonismo de cada una de ellas muy bien cuidado. Además, algunos estruendos sonoros propios del ruidoso vecindario, van intercalándose en las escenas, pasando a ser un elemento de interacción con los personajes perfectamente integrado.

En su hora y media de un acto ininterrumpido, Humans requiere del reparto un gran aplomo y aguante, así como una gran credibilidad de la que depende todo el mensaje de la obra. En este caso, todos ellos están a la altura de lo que el guión les exige y defienden su papel con una gran verdad y realismo ante la que nos quitamos el sombrero. En casi todos los casos, el texto asigna a cada uno de una manera bastante homogénea grandes cantidades de diálogo, excepto quizás en el caso de Maife Gil, en su papel de abuela, que con muy pocas palabras consigue turbarnos e incluso desgarrarnos un poco al permitirnos ver con tanta dosis de realidad la fragilidad de la esencia humana, que a menudo se desquebraja con el paso de los años y la pérdida de la identidad propia.

Por todo ello, Humans consigue una gran intensidad en lo estático y revelar a través de una larga conversación, qué elementos y rituales a veces inexplicables nos hacen más humanos, cuáles son nuestros miedos más cercanos, los más corrientes, los que nos tenemos que encarar día tras día, pero además consigue también dar notas de color en forma de pequeñas alegrías, en las cuales hallamos nuestro refugio a la ardua tarea de tener que ser humanos.

Crítica realizada por Ada Morelli

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES