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13.07.2018 Críticas  
Un caramelo para nuestro intelecto

El Teatro Gaudí de Barcelona presenta estos días un musical de Andrew Lippa. John & Jen es una pequeña obra de arte dirigida por Xavi Duch e interpretada por Anna Valldeneu y Marc Pociello que os dejará con ganas de más.

Lanzarse como director por primera vez con una obra altamente desconocida (para los no friki-fans del musical) es un arma de doble filo. Por una parte, te da la oportunidad de dirigir sin presiones, a base de ensayo y error; como debería ser. Por otro lado, una obra de este estilo en un teatro pequeño es difícil que sobresalga en la cartelera donde espectáculos de mayor formato amenazan por esconder una nueva presentación bajo un manto de teatros principales con obras muy apetecibles. Y, realmente, este es el inconveniente. La negativa del público a salir del circuito comercial para visitar obras de un presupuesto más bajo pero más cercanas. Y sobretodo, con historias que, en algunos casos, podemos sentir como nuestras. Que flotan bajo los surcos de nuestra piel tocando de forma simple y directa el corazón. Y esto es lo que injustamente ocurre con John & Jen.

John & Jen es un musical que se centra en la complejidad de las relaciones que se establecen entre hermanos y hermanas y padres e hijos. Está ambientado en la cambiante sociedad norteamericana, entre los años 1950 y 1990. El musical explica la historia de Jen y su relación con los dos John de su vida: su hermano pequeño y su hijo. Historias ambientadas en un tiempo muy distinto pero con grandes y notables similitudes.

La dirección de Xavi Duch es precisa y mágica. En cada cuadro, se nota el cariño y amor que siente por el texto. Por su primer hijo como director. La mezcla de colores lúgubres plasmados en escena, incluso en momentos tiernos, hacen que nos adentremos aún más en la historia de esta familia tan cercana para algunos y tan alejada para otros. Las luces, la escenografía, las proyecciones en formato Flashback y las interpretaciones, hacen que no podamos despegar nuestra vista de lo que ocurre en este escenario a cuatro bandas.

Gran parte de culpa de esta ansia creada por saber más la tienen los actores del espectáculo; Anna Valldeneu y Marc Pociello.

Anna Valldeneu cumple a la perfección el rol de hermana mayor pero su evolución creando el personaje de la Jen adulta, la Jen madre, es sinceramente espectacular. Su transición de un personaje en la adolescencia a una madre adulta con sus miedos, sus manías y sus obsesiones por no repetir el rol vivido en su infancia hacen que amemos al personaje de Jen. Un personaje que, en muchos momentos, no deja el regusto de sentirnos identificados. El rol de la hermana/o mayor que no quiere repetir lo ocurrido en su infancia.

Acompañando a Anna en este crecimiento, encontramos a Marc Pociello quien interpreta a dos John muy diferentes; el hermano y el hijo de Jen. Diferentes en sí pero con una base muy bien creada en ambos. Si podemos disfrutar de un hermano jovial y despreocupado que idolatra a su padre por encima de todo, John hijo crece separándose poco a poco de una madre excesivamente controladora en su espectro de no repetir la historia. Ambos personajes son un caramelo que nos sienta bien al intelecto. Las transiciones de uno a otro están muy bien realizadas y, definitivamente, podemos ver dos personajes bien diferenciados. Su nombre es común pero su creación es totalmente distinta. Por otro lado, hay que reconocer que hacer un personaje infantil es algo difícil y siempre tiene sus contras. Existe el riesgo de caer en la burda parodia pero no es el caso. Marc Pociello nos convence de principio a fin.

Por último, añadir la valentía de tener una banda de músicos en directo en cada función. La magia se eleva con la música en directo y es algo arriesgado que aplaudir. Las música en directo hace la historia más cercana y sentida en una época en la que recortar presupuestos y utilizar una base musical de CD es algo que tomamos como normal (y que realmente no lo es).

John & Jen es, como decía al principio, un musical poco conocido. Uno de estos musicales del Off-Broadway que hacen que vuelvas a creer que los espectáculos pequeños pueden ser igual de grandes que los comerciales. Incluso más y mejores. Una historia inteligente, sencilla y sincera bien contada que nos hará pensar y, quién sabe, si soltar alguna lágrima.

Crítica realizada por Norman Marsà

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