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06.07.2018 Críticas  
La danza de la guerra

Akram Khan, bailarín y coreógrafo británico de origen bangladeshí, ha pasado tres días en el Mercat de les Flors de Barcelona para presentar un trabajo en el que Grec Festival ha participado como coproductor. Xenos es un trabajo presentado como solo coreógrafico, cosa que lo hace especial, ya que Khan ha anunciado que será el último que protagonice así.

La historia detrás de Xenos (que en griego significa algo así como “extraño”) nos habla de las sensaciones de un soldado en la guerra, tomando como referencia la I Guerra Mundial y como homenaje a los más de cuatro millones de soldados coloniales que fueron arrancados de sus casas y de sus campos para luchar al servicio del gobierno británico.

Akram Khan escenifica a uno cualquiera de esos jóvenes soldados. Mediante la impactante escenografía de Mirella Weingarten y su propia coreografía, que arranca con reminiscencias del ‘kathak’ (un estilo de danza clásica del norte de la India) para pasar al estilo más puramente contemporáneo, Khan nos enseña el horror de la guerra y las emociones y sentimientos que cruzan por la mente de los que, en muchos casos, acabaron perdiendo la vida.

Junto a la danza de Khan, escucharemos en directo a cinco músicos que le pondrán banda sonora a su historia. Primeramente, para la parte más puramente folklórica, donde intuimos la vida del protagonista en su hogar, Aditya Prakash pondrá la voz y B. C. Manjunath le acompañará en la percusión y el konnakol. A partir de la segunda escena, cuando la guerra lo arranca de su hogar, la que se lleva todo lo conocido hasta el momento, para transportarlo a un desierto de arena y dolor, estos dos se unirán al resto de músicos que formará la parte musical de todo el espectáculo. Así, además de la voz y la percusión, disfrutaremos en directo de la voz de Nina Harries y su contrabajo, de Andrew Maddick al violín y de Tamar Osborn y el sonido de su saxo barítono. Posiblemente esa escena donde aparece el quinteto y donde el espacio escénico se transforma de un hogar al campo de batalla es la más impactante de toda la noche. Fotográfica y sonoramente desgarradora, golpeadora. Explicando solo con imagen y sonido el horror detrás de la guerra sin decir una sola palabra.

El trabajo completo es impecable. Asciende y desciende en intensidad, sonido y color a medida que entendemos los diferentes procesos de descubrimiento del terror, de la angustia, de la desesperanza, dándole maxima importancia a la mano del bailarín como recurso para identificar la máquina de matar.

Pero no todo es atrocidad en la guerra. En el epílogo, Khan quiere mostrarnos que para sobrevivir, uno tiene que encontrar belleza hasta en la monstruosidad. En la última parte de la composición musical el violín toma parte protagonista, pero no el violín frenético y agitado que hemos estado escuchando la mayor parte, sino un violín elegante y tranquilo, quien acompañado por el resto de compañeros musicales y el cuerpo y la danza de Khan, nos regalan un broche de oro esperanzador, representado por la piña (semilla del pino piñonero).

Todo un lujo haber podido disfrutar de un espectáculo de estas dimensiones en Barcelona, donde una vez más se hace efectivo el enorme valor que se da a todos los aspectos de la cultura propia y la de importación. Xenos de Akram Khan Company se suma a otra de las apuestas destacables de este Grec 2018 y se suma a la nota de calidad con la que seguro se va a saldar esta 42ª edición.

Crítica realizada por Diana Limones

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